sábado, diciembre 22, 2007

4º Domingo de Adviento

4º Domingo de Adviento
23.12.07

Lecturas
Is. 7, 10-14
Sal. 23
Rom. 1,1-7
Mt. 1, 18-24

Hemos llegado al fin del tiempo del Adviento, ad portas además de la Noche Buena, preparándonos abiertamente para celebrar esta Navidad del Señor, animados por el camino que ilumina la vida de Dios en nosotros.
Las lecturas de hoy se fijan en la esperanza del nacimiento del Emmanuel, del Dios con nosotros, que esperaba el pueblo de Israel, y que nosotros vemos completada esa espera de los tiempos en la persona del Niño Jesús. Miremos las lecturas.
Isaías hoy nos narra un texto en el que se anuncia el nacimiento de alguien que será la esperanza del pueblo, amenazado por las manos de los pueblos de Damasco y Samaría que ponían en peligro la vida política de Judá. ¿Hay esperanza allí? Si, la hay, y la señal es un niño, que será Emmanuel, Dios con nosotros, justo cuando necesitamos que nos ampare el Señor. Cuando vacila la fe (“no quiero tentar al Señor”), solo queda la esperanza en la misericordia de Dios. A pesar de la ironía y rechazo del rey Acaz, el Señor da la señal, precisamente para afirmar la fe de los vacilantes. El texto de Isaías, si bien es cierto, piensa en un mesías-salvador temporal, nosotros hoy a la luz de la Revelación, lo aplicamos claramente a la presencia de María (una virgen) y Jesús (Emmanuel).
La carta de Pablo a los Romanos nos recuerda las verdades reveladas en las Escrituras: Que Jesús es el descendiente de la casa de David, que en Él el Padre Dios nos ha revelado su salvación, llamándonos a la santidad para así cumplir las promesas hechas a los profetas. Es bueno recordar estas palabras precisamente hoy, tan cerca de la Navidad que da ese cumplimiento de las promesas. Estos días debieran ser para nosotros motivos de profunda alegría y agradecimiento al Señor. Misteriosamente, esta Revelación y su pleno cumplimiento, no llega a todos, no todos tienen la finesa de espíritu ni la apertura de la inteligencia de la fe para alcanzar a comprender el sentido de la festividad de Navidad.
Hoy, en el Evangelio asistimos a la visión de San José sobre los hechos que envuelven a su mujer. Extrañamente, a José lo dejamos postergado en estas festividades, así es que… bienvenido el Evangelio de hoy. A José le sigue una fama de hombre Justo por excelencia; hoy en el Evangelio hemos descubierto porqué. En el texto, vemos que este hombre tiene miedo de recibir a María en su casa, porque ella ha concebido un niño, y seguramente él no lo asimilaba… socialmente, lo de María era para morir apedreada en la plaza pública, y José tenía todo el derecho de la ley para denunciarla ante las autoridades de la época, porque su honra como hombre estaba en juego; pero en su corazón algo le dice que lo que le pasa a María no es normal, que es algo grande y extraordinario… y no se equivoca. La revelación que recibe en sueños de parte del Angel del Señor, le confirma que su corazón no se equivocaba, que estaba ante algo grande, que era obra de Dios lo que pasaba. Así, lleva a María a su hogar a vivir con ella. Espiritualmente, no es difícil deducir lo que le ocurre a José. Él, un hombre piadoso y preocupado de la voluntad de Dios, debe haber sentido que lo de su mujer estaba envuelto por un halo de santidad y gracia, en la cual él se ha de haber sentido pequeño, y como los justos según la Biblia se inclinan ante el misterio de Dios, de ahí su miedo. Sin darse cuenta, José entra a cumplir la Palabra de Dios, que decía anunciado por los profetas que el Mesías nacería de la tribu de David, de la cual este hombre formaba parte. A diferencia de Acaz que ha rechazado el signo de Dios, José acoge el anuncio del ángel convirtiéndose en íntimo colaborador de Dios. De esta manera la alianza se renueva. La historia de la salvación alcanza en este momento su vértice, lo más alto, y un hombre tuvo la oportunidad de hacer lo correcto para que la Voluntad de Dios se cumpliera plenamente…la llegada, el nacimiento del Emmanuel, ese es el milagro de Navidad.

Aprendizaje de la Palabra:

- Dios con nosotros: La Gran alegría de este fin de semana, viene de la llegada del Dios con nosotros, del nacimiento del salvador. Los signos de las lecturas de este fin de semana, no hacen más que alentarnos en la esperanza del nacimiento de este Niño Salvador, de este Dios con nosotros. ¿Cuántas veces este año sentimos que no estuvimos con Dios, o lo que es peor, que Dios no estuvo con nosotros? Terrible realidad la nuestra, cuando no lo hemos visto. Esta Navidad, ojalá que nadie se quede sin ver a Dios con nosotros. Navidad es la gran oportunidad para descubrirlo… que no se nos pase esta gran ocasión.
- Señales de Dios: La Navidad es una época de señales, el gran signo, es un pequeño niño que nace… ¿habrá algo más maravilloso que eso? Hoy necesitamos señales que nos devuelvan la esperanza, la alegría, la fe. Acaz no quería reconocer ni pedir señales, prefería seguir en la incertidumbre de su oscuridad, de su falta de fe; José en cambio, acepta una señal extrañísima, pero certera. Nunca desechemos las señales que Dios nos envía, sea por los medios que sean, menos en Navidad.

Pidamos fe al Señor, con un corazón agradecido para adorarle con todas nuestras fuerzas, que nuestra alma más que nunca esté plena de fe para esperar su Nacimiento… ¡Ven Señor Jesús! Amén.

sábado, diciembre 15, 2007

Tiempo de Adviento

3º Domingo de Adviento


Lecturas
Is. 35, 1 – 6. 10
Sal. 145
Sant. 5, 7 – 10
Mt. 11, 2 – 11

El tiempo del Adviento que vivimos estos días, ciertamente es un tiempo especial para todos. La cercana Navidad, a todos debe motivarnos para hacer que en nuestra vida nazca el Niño Dios en los próximos días. Nuestra esperanza está puesta en ese nacimiento, mirando hacia ese acontecimiento y mostrando un claro mensaje: vivan esperanzados y alegres, porque el Señor ya viene. Miremos las lecturas de este fin de semana.
La primera lectura, tomada del profeta Isaías, nos habla sobre el florecimiento del desierto, sobre la alegría de la tierra, porque viene el Señor. El profeta invita a fortalecer los brazos débiles, robustecer las rodillas que vacilan, a ser fuertes, porque la alegría de la venida del Señor está a las puertas. La profecía se completa con una imagen decidora: “se abrirán los ojos de los ciegos, se destaparán los oídos de los sordos, el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo”… es una imagen plena, acabada, completa sobre la suerte de quienes viven bajo el amparo del Señor; es una profecía a punto de cumplirse. El texto remata de la siguiente forma: “Volverán los rescatados por el Señor, entrarán en Sión gritando de júbilo, coronados de una alegría perpetua: los acompañará el gozo y la alegría; la tristeza y los gemidos se alejarán”. Eso es la Navidad que esperamos. El profeta, habla ciertamente de la vuelta a Sión, la tierra prometida. Nosotros aplicamos esta profecía para hablar y mostrar nuestra alegría por la vuelta a nuestra tierra, por el nacimiento del Salvador.
La espera es una característica de la vida cristiana, y el apóstol Santiago se encarga de recordar hoy esa espera paciente, fortalecida en la certeza de la venida del Señor. Da como ejemplo a un sembrador, que sabe que los frutos llegarán cuando sea la época adecuada, y recomienda fijarse en los profetas que lo esperaron esperanzados. El Adviento es un tiempo de esperanza muy potente, en donde crecemos en este don. Nosotros caminamos pacientes tras esta esperanza.
Mateo hoy, en la figura de Juan Bautista, nos alienta a crecer en una pregunta: ¿Eres tu el que ha de venir, o debemos esperar a otro? Y la respuesta de Jesús es clara: “Cuenten lo que ven y oyen: los ciegos ven y los paralíticos caminan, los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres”… ¿Necesitamos más signos? Estos son una clara manifestación del Mesianismo, de la era en la que Dios reinará… tal como lo anunció Isaías en la primera lectura. Jesús es el cumplimiento pleno de los anuncios de los profetas.

Aprendizaje de la Palabra:
- Adviento es el tiempo de la Esperanza: No hay duda que las tres lecturas, aunque no mencionen claramente la palabra, terminan alentándonos en la idea de la esperanza, que debe crecer fuertemente. Siempre hemos escuchado que tenemos que vivir esperanzados; estos días previos, esa esperanza se hace patente, porque sabemos que el Señor viene, que nacerá en los corazones de quienes lo esperan, que su Presencia llenará la vida de la tierra, para recrearla, tal como lo soñaba Israel de acuerdo a las palabras de Isaías, o como lo hace el sembrador que está esperando para cosechar los frutos, o como Juan Bautista, que se esperanza y pregunta al Señor si es Él a quien esperan con amor. El Adviento debe llenarnos de esta virtud, de este don, y hacer que la Esperanza crezca, que gane terreno en la vida diaria.
- Adviento es el tiempo de la Alegría: También las lecturas de esta semana hacen incapié en este tema. Es la llamada del profeta, es lo que Jesús termina por aclarar… la alegría traspasa el cosmos y las carencias físicas; las imágenes que describe Isaías son enormemente decidoras, y en ellas se manifestará algún día la salvación que el Señor nos ha prometido.

Pidamos al Señor que durante estos días previos a la Navidad crezcamos cada día más en la esperanza y la alegría, como signos claros de un tiempo mesiánico, previo a la llegada del Señor Jesús que nacerá en la Navidad. Amén.