sábado, mayo 17, 2008

Santísima Trinidad

La Santísima Trinidad
18.05.08

Lecturas
Ex. 34, 4 – 6. 8 – 9
Dn. 3, 52 – 56
2 Cor. 13, 11 – 13
Jn. 3, 16 – 18

Este fin de semana, celebramos la Solemnidad de la Santísima Trinidad, celebramos más que nunca la vida de Dios en cada ser humano, especialmente en aquellos que formamos su pueblo, que hemos aceptado caminar junto al Señor en el camino del mundo. Hablar de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, siempre será una aventura en la que con cuidado debemos adentrarnos para describir – jamás definir con exactitud – a Dios que se nos ha querido revelar y compartir su amor con nosotros.
En el libro del Exodo, la primera lectura de hoy, vemos a Moisés en el monte, junto a Dios que pasa ante su mirada mostrándose misericordioso, compasivo, lleno de amor y fidelidad para con él. Moisés cae de rodillas e implora al Señor su amistad, que camine en medio del pueblo, a pesar de ser obstinados; que les perdone sus pecados y que les haga parte de su herencia. El texto refleja una cercanía muy paternal de parte de Dios y la humildad de un hombre que implora la amistad y la misericordia de un Dios que se revela para ser conocido. Cuando hablamos de Dios, tenemos que pensar precisamente en esta imagen que hoy nos muestra esta lectura, que nos llama a entrar en comunión con Él.
La carta de Pablo a los Corintios nos alienta hoy a alcanzar la perfección y animarse a que vivan en paz y armonía. Además, utiliza uno de los saludos que hemos adoptado en nuestras celebraciones Eucarísticas para saludarnos: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo permanezcan con todos ustedes”. Si nos fijamos bien, este saludo de Pablo, nos ayuda a descubrir la misión que le atribuimos a cada una de las personas de la Santísima Trinidad: Jesús nos da la gracia de la salvación, la gracia de la fe; Dios Padre nos regala el Amor, como un don que debemos potenciar y cuidar entre nosotros en la comunidad; el Espíritu Santo nos anima a vivir en la comunión, creando un lazo invisible que nos une para tenernos unidos en la Iglesia. En la vida de Dios, ciertamente lo que podemos hacer es describirlo de acuerdo a nuestras categorías, no conocerlo plenamente, al menos en esta vida, no agotaremos su misterio; por ello, Pablo al describirnos brevemente en modo de bendición algo de lo que Dios hace, nos arroja tremendas luces para acercarnos a Dios de modo más certero.
El Evangelio de San Juan se encarga de recordarnos el amor que tiene Dios por nosotros, al enviarnos a su Hijo para que los que crean en Él, tengan vida eterna. ¿habrá misterio de amor más grande que ese? Pudiendo salvarnos de tantos otros modos, escoge la forma más humana para acercarse al hombre: hacerse hombre plenamente para revelarnos la gracia que el Padre quería comunicarnos: su vida y la salvación eterna.
Frente a todo el misterio de Dios, con lo dicho, ya podemos sacar algunas conclusiones.
- Dios es comunión: Si, Dios es comunión, y se quiere comunicar con el hombre, su creación más amada. Desde siempre, Dios buscó al hombre para hablarle y mostrarle su vida Divina, para enseñarnos que la unión en un solo pueblo es su querer, que “necesita” que aprendamos a comunicarnos con Él.
- Dios es misericordia: Si hay un calificativo para hablar de Dios, sin duda la misericordia es una de las primeras que se nos viene a la mente. En las lecturas hoy lo palpamos: cuando Moisés se le acerca, Él se le revela como misericordioso; al mandar a su Hijo, nos enseña la tremenda misericordia que tiene con nosotros.
- Dios es amor: No lo dice hoy en las lecturas, pero no hace falta pensar mucho para descubrir cuánto nos ama Dios a todos… su entrega por cada uno, lo refleja. Amar es una consecuencia de conocer a Dios, y en ello ponemos empeño.

Fíjense que las tres cosas dichas acá, las sabemos, y solo las hemos deducido de las lecturas. Nuestra misión es vivir la comunión, tener misericordia con la miseria ajena, y amar como Dios manda. Bendiciones.