sábado, agosto 22, 2009

¿A quien iremos, Señor?

21º Domingo del tiempo ordinario
23.08.09

Lecturas
Jos. 24, 1 – 2a. 15 – 18
Sal. 33
Ef. 5, 21 – 33
Jn, 6, 60 – 69

¿A quién escogeremos? Esa es una pregunta que queda flotando en las lecturas del fin de semana. Y es que la tensión creciente del discurso del Evangelio de Juan, lleva a que los que le escuchen, incluyendo a algunos discípulos, lo abandonen. “Elijan hoy a quien quieren servir”, pregunta Josué al Israel recién entrada en la tierra prometida. Y también se nos habla sobre el amor de pareja, de amor, referida a la Iglesia.
El Israel recién salido del desierto, ha entrado por fin a la tierra prometida, después de años de andar dando vueltas hasta que Dios les enseña el lugar prometido; por el desierto han vivido muchas cosas que les ha ayudado a madurar como pueblo de Dios. Allí, están hoy, y es ahí donde Josué, el hombre encargado por Dios después de Moisés de guiar a Israel, quien les pregunta a quién servirán: si a los dioses de los antepasados, o al Señor. Los jefes del pueblo responden que al Señor, al que han visto hacer milagros entre ellos. Israel, la tierra prometida, el desierto… todo en una lectura.
Pablo recuerda a la comunidad de Efeso el tema del amor, de que así como Cristo ha amado a la Iglesia y se ha sometido a la voluntad del Padre, del mismo modo debe ocurrir en el matrimonio. Cristo ha santificado a la Iglesia… los maridos, así deben jugársela por sus mujeres. Amarlas hasta el final, con pureza, como a su propio cuerpo. Sin duda la moral de Pablo, que la Iglesia sigue, es fuerte para el mundo actual… acá toma fuerza y toca temas delicados de hablar hoy para algunos… fidelidad, entrega, pureza matrimonial.
Lo del evangelio de Juan definitivamente es fuera de serie… Luego de que Jesús se muestre como Pan de Vida, comienzan las deserciones de los discípulos. El texto asegura que después de oír esas palabras de Jesús, “muchos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo”… Pedro y un puñado se quedan luego del cuestionamiento de Jesús: “¿También ustedes quieren irse?”… “¿A quién iremos? Tu tienes Palabras de vida eterna”, responde el Apóstol.
Nosotros, ¿A quién seguiremos?.. ¿qué haremos?
Aprendizaje de la Palabra:
- La fuerza de la historia con Dios: Israel, ante la pregunta de Josué, escoge seguir a Dios, basado básicamente en lo que han visto hacer al Señor con ellos mismos. Eso nos falta hoy a nosotros: hacer retrospectiva y analizar concienzudamente el paso de Dios por mi historia. Seguro nos vamos a sorprender.
- ¿A quien seguiremos?: Luego de respondernos la pregunta sobre la historia, será necesario responder lo que haremos. Dios nos sigue esperando, derramando su amor por nosotros en cada Eucaristía, dándonos Palabras de Vida Eterna.

Que el Señor nos acompañe, y nuestra voluntad se incline siempre al bien. Amén.

sábado, agosto 15, 2009

Alimento

20º Domingo del tiempo ordinario
16.08.09

Lecturas
Prov. 9, 1 – 6
Sal. 33
Ef. 5, 15 – 20
Jn. 6, 51 – 59

Cuarta semana hablando las lecturas sobre el Alimento bajado del cielo: Jesucristo, que hecho Eucaristía da el alimento al mundo. Nos invitan además las lecturas a ser inteligentes, sensatos, a comer en la mesa preparada, sin caer en excesos; a descubrir la voluntad del Señor, cantando salmos e himnos celebrando al Señor.
El libro de los Proverbios, la primera lectura, nos habla de sabiduría… y de alimentarnos a través de lo que ella derrama y sirve en una mesa. Nos invita a dejar la ingenuidad y a ser inteligentes: solo así se vivirá y se llegará a ser inteligente. Por lo general, en las SS. EE. la Sabiduría irá asociada a la prudencia en la elección. Hoy se nos llama la atención en ese punto: No se trata de sabidurías e inteligencias humanas, sino de la que viene de Dios espiritualmente.
Pablo, escribiendo a la comunidad de Efeso, habla de esa prudencia, de actuar con sensatez, de ser responsables y no abusar de la vida con excesos. Esto lo hacía en el contexto de cómo proceder en la Cena del Señor… si, de tener cuidado cuando se va a ella, de respetarla convenientemente.
Juan, el Evangelista que nos ha acompañado durante cuatro semanas ya, insiste en el discurso de Jesús de presentarse como la Carne que da la vida al mundo; que quien la come, tendrá la vida eterna… Discurso duro para muchos, insensato a la vista de cualquiera, pero inteligencia y sabiduría para los que en la fe han logrado comprender este sagrado misterio. La Eucaristía, lo sabemos y lo hemos dicho, es el Alimento Eterno que el Padre nos quiere ofrecer para llegar hasta Él; la Eucaristía es la comida que nos deja Dios para vivir con la fuerza necesaria para alcanzar la felicidad eterna; la Eucaristía es la vida de Dios para nosotros.
Al finalizar estas líneas, el llamado es claro nuevamente a vivir más cerca de la Eucaristía, de aprender a valorarla como lo han hecho los cristianos a lo largo de los siglos. Hoy, el mundo más que nunca necesita encontrar la fuerza de Dios en su alma… y esta fuerza que alimenta al mundo sigue estando intacta en Dios, en su Hijo que se nos da como Alimento, en la capacidad de amar hecho alimento que Jesucristo nos ofrece. Amén.

sábado, agosto 08, 2009

Homilía

Domingo 19º del tiempo ordinario

09.08.09

Lecturas

1 Re. 19, 1 – 8

Sal. 33

Ef. 4, 30 – 5, 2

Jn. 6, 41 – 51

Tercera semana en que las lecturas nos presentan el tema de la comida como elemento central del discurso: Elías que es alimentado por Dios en el desierto para tomar fuerzas y seguir el camino; el ejemplo de Jesús que nos indica Pablo que dice que se ha entregado como ofrenda al Padre; el mismo Jesús que nos reitera que es el alimento para la vida del mundo.

El primer libro de los Reyes, nos cuenta de la huída del profeta Elías, que se ha enfrentado a falsos profetas, y los ha matado. Esto hace que la Reina Jezabel se enfurezca contra él, dictando una orden de muerte en su contra. Elías huye a la montaña santa, al Horeb, y en ese camino por el desierto, siente perder las fuerzas no solo físicas, sino también espirituales, al sentir la ausencia de Dios. Quiere morir: “quítame la vida…” le pide. Es ahí cuando aparece el Señor, quien a través de un ángel le conforta en ese camino, invitándole a alimentarse: “levántate, come, porque todavía te queda mucho por caminar”. Recupera así sus fuerzas del cuerpo y del alma.

La carta de Pablo a los Efesios, nos sigue dando recomendaciones a ejemplo de Jesús que se ha hecho ofrenda al Padre por nosotros: hoy nos invita a tener buen trato con todos (fuera amarguras, arrebatos, iras, gritos, insultos) y actuar de acuerdo al proceder por el que nos salvaron (ser buenos, compasivos, perdonar, amar). Al ser continuidad del texto de la semana pasada, no podemos dejar de hacer referencia al revestirnos del hombre nuevo, dejando atrás al hombre viejo.

El Evangelista Juan continúa narrando la escena de Jesús y la multitud que lo escuchaba hablar sobre el discurso del Pan de Vida. Hoy, con asombro, los que lo escuchan, lo critican ya abiertamente por hacerse pasar como nuevo maná, como el pan bajado del cielo. Y aunque no lo comprendan ni ellos ni nosotros, ciertamente lo es. Jesús es el único que puede alimentar nuestras necesidades espirituales. Él es la comunión que el Padre nos deja para estar en su Presencia… Él es el pan que da la vida al mundo.

Aprendizaje de la Palabra:

- Dios alimenta en los momentos de dificultades: La realidad que asoma en la primera lectura, en donde el profeta Elías desfallece de cansancio por los problemas, deseándose incluso la muerte, nos enseña que no todo está perdido, porque nunca estamos solos realmente; Dios siempre está a nuestro lado para alentarnos y levantarnos, para alimentarnos y fortalecernos. Esta verdad, la debemos recordar cada vez que vivamos situaciones difíciles, para no morir espiritualmente. Dios alimenta cada vez que el hombre lo necesita. ¿Me dejo alimentar por Dios?

- Ser ofrenda agradable a Dios en todo: Pablo, al proponernos el ejemplo de Jesús para seguirlo, nos invita a ofrecernos también en actitudes claras que comprometan nuestro actuar frente a los demás: son cosas sencillas, pero contundentes las que nos invita a cambiar. ¿Cuáles de las actitudes descritas puedo cambiar ya?

- Jesús, nuevo Alimento del Padre: Israel, había comido el maná en el desierto (lo leímos la semana antes pasada), Elías es alimentado por el Ángel del Señor, también en el desierto. Jesús alimenta a la multitud en un lugar desierto, lejos de la ciudad… la diferencia entre esta última escena y las dos primeras, es que en ésta última, es Jesús quien da el alimento… y es el alimento mismo. Juan pretende hacernos entender a nosotros, sus lectores actuales, que Jesús es el Pan que da la Vida al mundo. Y la Eucaristía (Nuevo Maná) es la prueba máxima que tenemos. ¿También nosotros pondremos obstáculos para que Dios nos alimente?

Pidamos al Señor ser alimentados siempre por este Nuevo Maná, y además tener la docilidad de cambiar en nuestra vida. Amén.

sábado, julio 25, 2009

Alimentarse en el Amor

17º Domingo del tiempo ordinario

26.07.09

Lecturas

2 Re. 4, 42 – 44

Sal. 144

Ef. 4, 1 – 6

Jn. 6, 1 – 15

Hablar de alimentarse, en la vida espiritual, no hay duda que está asociado a la vida de sacramento y por ello, Dios nos ofrece ese alimento. En la Iglesia, así lo hacemos principalmente. Las lecturas hoy nos dan esa visión, sobre cómo Dios nos alimenta y cómo formamos su Cuerpo.

El libro segundo de Reyes nos habla de una multiplicación de panes, sin duda parecidos a los textos del Evangelio. La idea de este texto de 2ª Reyes, es la misma que la del Evangelio… Dios alimenta, y no se agota como comida, siempre sobra para quedar saciado de él. El profeta, al igual que Jesús, da de comer a la gente y ésta sobra incluso.

Pablo en la carta a los Efesios nos invita a conservar la unidad en Dios. El comportamiento adecuado a esa realidad, también es necesario para vivir unidos en un solo cuerpo, un solo espíritu, en una fe… La caridad mutua será la garantía para lograr esa unidad a la que somos llamados por vocación.

El signo de la multiplicación de los panes en el Evangelio de Juan, es un texto muy bello en el capítulo 6, que contiene todo un itinerario para llegar a presentar a Jesús como el Pan de Vida. El texto, sin duda es una muestra de la misericordia de Dios que se da de alimento a los que lo siguen. El milagro se realiza gracias a que un niño comparte lo que tiene para alimentarse… solo eso basta para que Jesús muestre el signo de su poder. El signo, no hay duda que debió impactar tanto a la multitud, que llegan a aclamarlo, y quieren proclamarlo rey. Jesús, nuevamente se va a la montaña solo.

Aprendizaje de la Palabra:

- Dios es nuestro alimento: Eso lo sabemos, pero tenemos que tener conciencia de que el Señor quiere alimentarnos cada día con su presencia a través de los sacramentos, especialmente cuando somos parte de esa multitud que lo busca, que lo sigue por diferentes motivos. La Eucaristía, sin duda es lo más cercano a esa multiplicación de los panes que nos narran tanto el Evangelio como el segundo libro de Reyes. No dejemos de sorprendernos de ella.

- La caridad como el gran signo de este fin de semana: Un dato importante que arrojan las lecturas, es el tema de la caridad. Pablo lo menciona en el texto de los Efesios, y un niño lo encarna sublimemente en medio de una multitud en el Evangelio. No hay duda que el amor es el alma del cristianismo, y debiera ser nuestro nombre más visible.

Demos gracias a Dios por darnos ese alimento, y por entregarnos el amor, su propia esencia para vivir nuestro discipulado. Amén.

sábado, julio 18, 2009

Pastoreados y comunicados con Dios

16º Domingo del tiempo ordinario
19.07.09

Lecturas
Jer. 23, 1 – 6
Sal. 22
Ef. 2, 13 – 18
Mc. 6, 30 – 34

El vivir en una comunidad cristiana, siempre demandará tiempo para dedicarle. Y eso el Señor lo sabe perfectamente. ¿Quién es el Pastor de nuestras almas? Jesús es quien se compadece de la multitud. Hoy como ayer, cuesta poco extraviar el camino, y eso el Evangelio lo refleja al mostrar la búsqueda espontánea de la multitud que sigue a Jesús.
El profeta Jeremías nos presenta una dura sentencia dirigida a la clase sacerdotal de Israel, que no ha apacentado al pueblo; la crítica se centra en que no han sido justos básicamente. Y es por ello que Dios aparece como el gran justo, que hará justicia con quienes no han sido pastores como debiera ser. Y además está la promesa de salvación de suscitar un germen justo entre ellos, para que sea verdadero rey, prudente, justo. Es ese pastor el que esperan para su redención. Abandonarse, tal cual como lo indica el Salmo 22 es la clave.
Pablo en la carta a los Efesios nos recuerda que Cristo ha unificado a este pueblo disperso en uno solo: no vivimos separados desde que Cristo ha redimido a los hombres. Es quien nos ha dado y traído la paz, porque solo así tenemos acceso al Padre. Cristo es el gran unificador del pueblo de Dios.
El Evangelio de Marcos nos cuenta un pasaje de la vida de Jesús con sus Apóstoles. Acá Jesús invita a los suyos a pasar un momento a solas con Él. Luego de trabajar pastoralmente, es necesario cargar las pilas junto al Maestro. Luego de la misión, les llama, para hablarles al corazón. Es en ese contexto cuando la multitud se percata de que no están, comienzan a seguirles, como reconociendo la necesidad de estar cerca de Jesús. Allí el Señor se da cuenta de la necesidad y se muestra triste, porque van como ovejas sin pastor: Y les enseña.

Aprendizaje de la Palabra:
- Somos un pueblo pastoreado por Dios y sus pastores: Las lecturas de hoy, se parecen más bien a las del Domingo del Buen Pastor, pero es bueno poner el acento sobre este tema, porque dentro de la vida pastoral de cada comunidad, es bueno saber que no estamos solos. Como discípulos, no estamos solos, tenemos un pastor que se preocupa por nosotros a través de pastores que nos regala.
- Dios nos habla al corazón, a solas: Que importante es rescatar este elemento que ofrece la Palabra este fin de semana… estar a solas con Dios, o sea, silenciar nuestro bullado mundo y abrir el corazón para hablar con Dios, que quiere que descansemos en Él. ¿Hace cuanto que no le hablamos?, ¿Hace cuanto que no le escuchamos? Interesante propuesta la del Señor.

sábado, julio 11, 2009

Profetas y testigos veraces

Homilía del 15º domingo del tiempo ordinario
12.07.09


Lecturas
Amos 7, 12 – 15
Sal. 84
Ef. 1, 3 – 14
Mc. 6, 7 – 13

No Hay duda de que Dios quiere que seamos testigos suyos, testigos comprometidos y veraces por sobre todo. No hay duda de que ello puede ser toda una aventura, y un desafío lograrlo. Un punto alto en las lecturas es el hecho de reconocer una misión que no es nuestra, sino un encargo que cumplir. Meditemos con las lecturas.

La primera lectura, tomada del profeta Amós, nos habla de su vocación, de cómo el sacerdote del templo de Betel (Amasías), en donde Dios le ha enviado a profetizar, lo echa desde el reino de Israel, para que se vuelva a Judá (su tierra). En el reino de Israel, la corrupción estaba casi institucionalizada, y por eso Dios envía a este profeta, que no es de familia profética, y que por lo mismo, no tiene nada que perder en decir la verdad. En Israel, encuentra incomprensión y desaprobación frente a su ministerio de anuncio y denuncia. En ese contexto, el texto de hoy, en donde leemos como claramente el sacerdote Amasías lo echa del santuario, diciéndole “Vete de aquí vidente… gánate allí la vida…” que “ese es un santuario del rey, un templo del reino”… A ese nivel la corrupción, o sea, si quiere ser profeta, debe decir lo que el rey quiere escuchar, lo que la gente del reino quiere oír. Como Amós no es profeta que se venda, le aclara que su vocación no es de “profeta”, sino que era pastor de un rebaño. Eso lo deja libre del “sistema” y logra ver las cosas desde Dios, como debe hacerlo un profeta.

La segunda lectura de Pablo a los Efesios, tiene como norte el alabar a Dios por Cristo, en quien nosotros hemos recibido toda clase bienes espirituales y celestiales. En Él hemos sido escogidos para ser santos ante Dios. Ese don de Dios es lo que quiere compartir con cada uno de nosotros.

El Evangelio de Marcos quiere mostrarnos el ministerio que Jesús les encomienda a los discípulos; es un texto lleno de significado. Anteriormente, el Señor ha sido rechazado por los suyos (“Un profeta solo es despreciado en su familia…”). La semana pasada, veíamos como el rechazo se hacía evidente en su propio pueblo; hoy vemos como Jesús envía a los suyos a anunciar la salvación a todos. El anuncio principal es a la conversión, que vendrá acompañada de gestos de misericordia; y la forma principal es ir desprovisto de todo tipo de seguridades. Ese es el modo de anunciar el reino a quienes quieran escuchar el mensaje de salvación del Reino de Dios. La misión es de todos, y vamos sin duda con el mejor de los envíos.

Aprendizaje de la Palabra:

- Libertad frente a los hombres para hablar de Dios: La impactante primera lectura, debe hacernos caer en cuenta que por nuestra vocación profética, ninguno de nosotros se debe al mundo, que no quiere escuchar hablar de Dios. En este texto podemos leer algunos rasgos proféticos, como el hablar de parte de Dios, el denunciar las cosas injustas a los ojos de Dios, el hablar siempre en nombre de Dios, y no el propio… esas cosas quedan más que claras en el texto de Amós este fin de semana. Nosotros debemos aprender de la respuesta de Amós, y librarnos del “que dirán si…” que nos paraliza y nos hace hablar otras cosas, que no siempre son de Dios. En la libertad de hijos de Dios, nosotros tenemos una vocación increíble y llena de aventuras junto al Señor. ¿En donde soy profeta? Nos preguntamos; ¿Qué es lo que hablo como profeta?, ¿qué actitudes tengo de profeta? Libertad frente a los hombres, y dependencia de Dios son las claves para respondernos a estas preguntas.
- Acogida personal del mensaje de salvación: Hay algo que salta a la vista claramente en las lecturas este fin de semana, y es la acogida del mensaje del Señor. Pablo habla de pura gratuidad de parte de Dios Padre; Jesús habla en el Evangelio de ir a anunciar a quien quiera acoger el mensaje de salvación. Esta es una de las premisas en las lecturas: la gratuidad en aceptar la salvación de Dios, y nosotros, nuestra disposición para hablar de parte de Dios.

Pidamos este fin de semana poder avanzar como profetas del Señor en su difusión del plan de salvación y tener la humildad de aceptar su salvación en nuestra historia. Amén.

sábado, junio 27, 2009

Dejándonos sanar y resucitar por el Señor

13º Domingo del tiempo ordinario
28.06.09

Lecturas
Sab. 1, 13 – 15; 2, 23 – 24
Sal. 29
2 Cor. 8, 7.9.13 – 15
Mc. 5, 21 – 43

Las lecturas de hoy nos ofrecen una visión de la misericordia de Dios, y de nuestro camino como hijos suyos. Nos hablan de sanar, porque para eso vino Jesucristo, para que bajo su contacto sanemos y tengamos vida en su nombre. Miremos las lecturas.
El libro de la Sabiduría, nos dice que Dios no ha creado la muerte como tal, que él nos ha creado para que subsistamos… las creaturas son saludables, la muerte no domina la tierra, y el hombre ha sido creado para ser incorruptible. El demonio ha sido quien ha introducido la muerte como herida del pecado; su envidia nos quiere separar del Señor, y es esto lo que el hombre debe comprender y entender para luchar por estar en vida delante de Dios. Si bien la muerte se asocia con lo físico, acá se mezcla con lo espiritual, haciendo que ambas queden ligadas a la suerte de los seres humanos. El texto pone el acento en lo significativo de la vida que Dios nos ha dado: incorruptible.
La segunda carta de Pablo a los Corintios, nos habla de la generosidad de Cristo para con nosotros, que siendo rico se hizo pobre. Nos dice que no se trata de que a costa de la riqueza de algunos otros pasen necesidades, sino más bien de que haya igualdad en todo. Las necesidades de las comunidades sin duda son parecidas a las que hoy viven muchos, y en eso Pablo quiere que se sensibilice la comunidad de Corinto, en donde realizaba colectas para ir en ayuda de otras comunidades más necesitadas.
El Evangelio de Marcos nos recuerda el poder sanador del Señor en su paso por las orillas del lago de Genesaret. Sana a la hija de Jairo, un hombre poderoso, en el trayecto a la casa de Jairo, una mujer queda sanada, y durante ese instante, muerta ya la niña de Jairo, Jesús la resucita. Si la semana pasada leíamos cómo Jesús dominaba los eventos de la naturaleza, ahora lo vemos dominando la enfermedad y la muerte… los bastiones que hacen que el ser humano se quiebre y no tenga más que hacer.
Qué podemos concluir de las lecturas de este fin de semana?
1.- Que Dios ha hecho al hombre para una vida nueva e incorruptible, en donde la muerte y la enfermedad no tienen cabida.
2.- Que Dios ha venido para ayudarnos a sanar como personas, en todo ámbito.
3.- Que Dios quiere que vivamos, que busquemos la vida y todo lo que pueda favorecer este encuentro: solo en Él encontramos esa vida que necesitamos.
4.- Vivir lejos de Dios es sinónimo de “enfermarnos”… por ello espiritualmente se nos invita a acercarnos a su presencia sanadora.
5.- ¿Dónde vamos a curar hoy nuestras enfermedades?, ¿Cómo enfrentamos nuestras muertes?... Dios nos regala vida y gracia, ¿En qué la utilizo?

Acerquémonos a Dios para sanar y resucitar de nuestras muertes y enfermedades. Amén.