sábado, octubre 25, 2008

Amar

30º Domingo del tiempo ordinario

26.10.08

Lecturas

Ex. 22, 20 – 26

Sal 17

1 Tes. 1, 5 – 10

Mt. 22, 34 – 40

Celebrar la vida que Dios nos ofrece, y aprender a caminar bajo su amparo, es el mejor de los regalos, y la más bella bendición que podemos descubrir en nuestra vida. La Iglesia hoy se esfuerza por mostrar el rostro de un Señor que ama a sus creaturas, y nuestra tarea como hijos y discípulos suyos, es hacer realidad este sueño de Dios. Las lecturas hoy nos quieren mostrar parte de ese sueño de Dios traducidos en sus mandatos y Palabras. Miremos con atención y abramos el corazón.

El libro del Éxodo, que narra la travesía del pueblo de Israel por el desierto al salir de Egipto, hoy nos habla de parte de la sociedad que de seguro era mirada en menos, o discriminada por sus pares. Nos habla de los extranjeros, viudas, huérfanos y pobres; todos ellos protegidos por Dios, pero en la sociedad israelita, y también en la de hoy, despreciados y pisoteados sin compasión. El texto, presenta esta protección a ellos como un mandato a cumplir, y advirtiendo que quienes no los respeten y cuiden, recibirán de Dios el correctivo que se merecen. Dios, que siente compasión por los más débiles, no dejará que se cometa injusticias y que éstas queden impunes ante Él. Estas leyes tan solidarias con el prójimo más desamparado, no siempre han sido respetadas… y hoy sin duda ellos son los que se llevan el peso del poder de algunos. ¿Qué haces tú al respecto?

El evangelio de Mateo, nos cita en boca de Jesús las leyes del Antiguo Testamento: Amar a Dios y al prójimo. Simple y sencillo, pero tremendamente difícil de aplicar. No hay que ser muy crítico para darse cuenta que no estamos en la mejor de las temporadas del cristianismo; que pese a vivir 2000 años después de que estos mandatos volvieran a sonar en la boca de Jesús, aún no los podemos vivir de verdad y a cabalidad. Amar… que mal henos entendido el concepto; lo reducimos, lo ocupamos para ponerlo en adjetivos de cuantas cosas se nos ocurren.

Hoy, necesitamos purificar nuestros conceptos, y mirarlos a la luz de lo que Dios nos quiere enseñar. Amar, no es otra cosa que entregarse al ser amado, poniéndose en su lugar, viviendo como Él, conociéndolo… ¿cómo hago esto con Dios? Y ni hablar del prójimo, que se reduce a mi círculo más cercano. Nos falta mucho para decir de verdad que amamos con todo el corazón a Dios y a nuestro prójimo. ¿Cuál es el principal mandamiento? Respóndetelo claramente, y mira si has sido fiel a Dios.

sábado, octubre 18, 2008

Imagen e historia

29º Domingo del tiempo ordinario

19.10.08

Lecturas:

Is. 45, 1. 4 – 6

Sal. 95

1 Tes. 1, 1 – 5

Mt. 22, 15 – 21

Este fin de semana las lecturas nos quieren acercar al tema del reconocimiento de Dios y del lugar que ocupa en nuestra existencia, en la del pueblo de Dios y personalmente en el corazón de cada uno. No tenemos que perder tiempo en esa búsqueda, ni reemplazarlo por otros, sino seguir adelante con nuestro discipulado.

Isaías tiene muy claro que Dios se vale de los hombres para realizar su bondad, e incluso de algo que puede parecer malo a los ojos de los hombres, es capaz de sacar algo provechoso a la larga. Ciro, el rey persa, ha tomado posesión de muchos lugares en donde ha extendido su imperio, entre ellos, ha llegado hasta Israel, que estaba en el destierro babilónico, y bajo una orden del rey Ciro, vuelven a sus tierras devastadas luego de la desocupación. El profeta, remarca que las cosas no pasan solamente porque si, sino más bien para demostrar que el Señor es Dios, y por ello, las afirmaciones finales sobre la soberanía del Señor, que lleva el curso de toda la historia.

Pablo le habla a la comunidad de Tesalónica sobre la elección de la que han sido objeto, y de cómo la constancia ha dado frutos también entre ellos; por ello, anima a que sigan por esas sendas de santidad y den muchos frutos en su vida cristiana.

El Evangelio de Mateo, hoy nos habla de una de las disputas entre fariseos y Jesús; los primeros, siempre buscando sorprenderle en alguna afirmación comprometedora que le signifique entrar en terreno difícil, en este caso, con la autoridad por el cobro de impuestos para el César. Jesús que sabe sus intenciones, les responde con una respuesta que seguro no esperaban: “den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”… Jesús quiere en definitiva centrar a sus interlocutores respecto del verdadero sentido del hecho de ser parte de Dios. La imagen del ser humano, es la de Dios, y por ello no debemos alejarnos de él, sin dejar de cumplir las obligaciones terrenas. La respuesta sabia de Jesús es la que nos hace descubrir la imagen que llevamos cada uno.

Puntos de reflexión:

- Cultura de la imagen: Este es un punto que sale a flote en las lecturas a raíz del Evangelio proclamado. Hoy, más que nunca vivimos una cultura marcada por las imágenes y lo que proyectamos. En el Evangelio, sin duda la imagen del Cesar en la moneda, era símbolo de poder, y por ello, influencia. Jesús al decirnos que hay que dar a cada uno lo que corresponde, nos llama fuertemente la atención respecto de qué es lo que hemos hecho con la imagen de Dios que llevamos cada uno… imagen única e irrepetible. Hoy tenemos muchas imágenes a nuestro alrededor… la de Dios, ¿dónde está?

- Dios, Señor de la historia: Probablemente Ciro nunca se enteró en vida terrena que Dios le utilizaría como instrumento para hacer que su pueblo elegido volviera a la tierra prometida. Y el César jamás pensó en que su imagen grabada en las monedas pasarían… y sin embargo, ambos quedaron solo como parte de la historia de la humanidad, como parte de la historia de un pueblo, nada más… Dios trascendió a ambas historias, y se nos revela todavía más, porque está sobre esa historia que alcanzamos a captar. Que importante hoy que vivamos descubriendo en nuestra historia personal, a este Señor que todo lo contiene y sostiene.

Le pedimos a Dios este fin de semana, reconocerlo en cada uno de nosotros, en nuestros hermanos; le pedimos al Señor de la historia, que siempre tengamos la sensibilidad para sobreponernos a las cosas que vivimos y sacar de ella el sentido original de nuestra frágil condición y creación.

sábado, octubre 04, 2008

Frutos de vida eterna

27º Domingo del tiempo ordinario

05.10.08

 

Lecturas

Is. 5, 1 – 7

Sal. 79

Flp. 4, 6 – 9

Mt. 21, 33 – 46

 

            Hoy nos reunimos ante la Palabra del Señor en esta celebración y nos atrevemos a mirar el trabajo de la viña del Señor, a la que se nos ha estado invitando las últimas tres semanas. Las lecturas de hoy son críticas y claras respecto de la administración que el pueblo ha hecho de ella, y por esto, las lecturas debemos leerlas en clave propositivas, como una invitación a abrirnos al trabajo atento y leal, para no ser expulsados de ese trabajo de Dios propuesto.

            Isaías nos hace retomar el tema de la imagen de la viña para hablar de la relación de Dios con el pueblo de Israel; la viña del Señor, la que Él ha plantado con cuidado, cariño, preocupándose de que tenga buena tierra, sin piedras, de cepas escogidas… pero a pesar de todo el cuidado y atención, no produce los frutos esperados… solo da frutas agrias: el Señor se pregunta ¿Qué mas se podía hacer por mi viña que yo no haya hecho?... Por ello, la sentencia es fuerte: derribaré su cerco para que sea pisoteada, no será podada ni caerá agua sobre ella…

            Pablo en la carta a los Filipenses, invita a la comunidad a no estar angustiados y abandonarse a la oración y acción de gracias en todo momento para alcanzar la paz de Dios que supera todo lo imaginable. Además, nos invita a tener sentimientos nobles, verdaderos, justos, puros, amables y dignos de honra… Hacer notar que la paz aparece mencionada dos veces, lo que demuestra que ese era el deseo de Pablo para esa comunidad, convulsionada talvez por problemas internos.

            El Jesús que nos muestra Mateo no se cansa de hablarnos del trabajo en la viña del Señor; hoy, una nueva parábola – que en contenido del mensaje se parece mucho al texto de Isaías – nuevamente nos pone en alerta respecto del tema: hablando a los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo les habla sobre el cuidado de una viña en donde los trabajadores no hacen bien su trabajo, y terminan matando a los enviados del señor del  viñedo, incluyendo a su propio hijo… la crítica va dirigida a los dirigentes de Israel, que no han sabido administrar convenientemente esa viña confiada a Dios – el pueblo de Dios – haciendo que peligre la permanencia al cuidado de ella para ser entregada a otros trabajadores más fieles. Claramente nos habla el texto sobre la fidelidad y la administración de las cosas de Dios, sabiendo que solo somos servidores, no los dueños de ella.

 

Idea para rezar:

-         Dar frutos: Es lo más lógico que se deduce al leer las quejas de Dios en las lecturas proclamadas… ¿porqué si Dios lo ha hecho todo bien nosotros no hemos podido estar a esa altura? La respuesta puede estar plagada de excusas: que no sabemos bien, que no conocemos a Dios, que nos preocupamos por otras cosas… en fin… ¿Qué frutos doy hoy?, ¿amargos, dulces? Pablo nos da varios ejemplos en la oración que nos propone.

 

sábado, septiembre 27, 2008

Fidelidad a la Voluntad del Padre

26º Domingo del tiempo ordinario
28.09.08


Lecturas
Ez. 18, 24 – 28
Sal. 24
Flp. 2, 1 – 11
Mt. 21, 28 – 32


Este 26º fin de semana del tiempo ordinario reaparece este último fin de semana, destinado también al Día de la oración por Chile, que litúrgicamente hasta el año pasado se celebraba la festividad externa de la Virgen del Carmen. Miremos las lecturas de este fin de semana.
Ezequiel, el profeta de la primera lectura, nos advierte sobre la forma de proceder en el camino de la vida: el justo, debe perseverar en la conducta recta y justa para alcanzar la salvación, y no desviarse por malos caminos; y el malvado, la invitación es a cambiar las actitudes para lograr así llegar a la Vida. ¿Cómo podrá vivir quien comete males? Como la invitación del profeta apunta a un cambio de vida para bien, o a perseverar en ella si actuamos bien, nosotros estamos invitados a caminar bajo esa premisa: Practicar el derecho y la justicia para preservar la vida junto a Dios.
De unidad en la comunidad, entre los hermanos nos habla Pablo en la carta a los Filipenses: “tengan un mismo amor, un mismo corazón, un mismo pensamiento”. Esa es la clave del fruto del Espíritu en una comunidad que sigue al Señor, y a quien exalta como Señor, ante quien se dobla toda rodilla en el cielo y la tierra… Esta cualidad, propia de la Iglesia, se ve rota muchas veces por el pecado, por la desobediencia y por intereses egoístas entre nosotros.
El Evangelio de Mateo, continúa hablándonos de trabajo en la viña, sobre las actitudes que tenemos cuando Dios nos pide algo. A través de una parábola, en la que un padre con dos hijos a quienes manda a trabajar (con diferentes respuestas), Jesús nos enseña sobre el arrepentimiento y el si que debemos dar a Dios Padre. Un hijo le responde al padre que no irá a trabajar, pero finalmente va, mientras el segundo dice que irá, pero en realidad, no lo hace… “¿Cuál de los dos cumplió la Voluntad de su padre?” Pregunta Jesús a los sumos sacerdotes y ancianos, y la obvia respuesta sirve para llamarnos a arrepentirnos y para revisar nuestros innumerables “si” que hemos dado a Dios tantas veces en promesas.

Parámetros de acción:

- Arrepentimiento y vida plena: La llamada del profeta Ezequiel, nos ayuda a darnos cuenta de que el arrepentimiento nos trae muchos beneficios: Si el malvado se arrepiente y cambia de actitud, encontrará la vida; por otro lado, en el Evangelio, el primero de los hijos, el que no había querido ir a trabajar a la viña, nos dice el texto que “se arrepintió y fue”… Así descubrió seguro el valor de una respuesta correcta y corregida, que le significaría tener el querer de su padre. Nosotros tenemos que aprender mucho de estas dos invitaciones a vivir de verdad la vocación a la que Dios nos tiene invitados. Seguro el cumplimiento de esa voluntad nos traerá vida verdadera y sana junto a Dios.
- Unidad: La comunión a la que se nos invita pasa por reconocer al Señor en todo momento, y eso se ve reflejado por ejemplo, en el perfecto cumplimiento de la voluntad del Padre que nos envía a trabajar a su viña. Pablo nos dice que tener un mismo corazón, un mismo amor y pensamiento, nos ayudará entre nosotros y también nos servirá para reconocer al Señor Jesús.
- Revisemos nuestros “si” y nuestra fidelidad al Señor: Este es un punto alto en las lecturas proclamadas. ¿Cuántas veces hemos dicho al Señor que si y no hemos cumplido? El texto del evangelio hoy nos evidencia que no basta decir un si, porque nuestra actitud al final puede ser muy distinta. ¿De qué nos servirá dar nuestra palabra si no somos fieles? La acusación de Jesús va directo a aquellos que se creen justos y que cumplen la voluntad de Dios. ¿Con cual de estos dos hijos nos identificamos actualmente?, ¿Qué cuenta más, nuestras respuestas verbales o nuestras actitudes?

Pedimos al Señor en este fin de semana hacer la Voluntad del Padre Dios, que es bueno con todos – justos y pecadores – y que a cada uno nos da la oportunidad para rectificar nuestra respuesta primera. Que la Santísima Virgen nos enseñe el camino de la fidelidad y cómo decir Si a Dios en la palabra y los actos. Amén.

sábado, septiembre 13, 2008

El Amor sin límites...

24º Domingo del tiempo ordinario
14.09.08


Lecturas:
Eclo. 27, 30 – 28, 7
Sal. 102
Rom. 14, 7 – 9
Mt. 18, 21 – 35


Al entrar en este Mes de Septiembre, en la Iglesia se nos incentiva a la lectura orante de la Biblia, o sea, leer la Palabra de Dios y hacer eco de ella en mi vida; dejar que me interpele, y aplicarla a algo concreto en mi existencia. Como católicos, debemos acercarnos a la Palabra de Dios, depositario de la fe que profesamos, siempre sabiendo que es Dios quien nos habla a través de ella. En este fin de semana, se nos habla de perdón de las ofensas y de olvido de la antigua ley del talión.
El libro del Eclesiástico, nos dice que el “rencor y la ira son abominables”, porque terminan haciendo un gran daño a la persona, quien frente a Dios deberá rendir cuentas de sus actos. Positivamente, podemos decir que Dios quiere que el hombre crezca en virtud, que abandone sus obstinaciones que lo separan de quien le ha hecho daño, y mire hacia el futuro en una comunidad abierta al diálogo y el perdón. Aprender a ser hermano, y sobre todo humano en todas las relaciones con otros: “Perdona el agravio de tu prójimo y entonces, cuando ores, serán absueltos tus pecados”. La misericordia es la clave en esta lectura.
La segunda lectura, tomada de la carta de Pablo a los romanos nos dice que somos de Dios, en la vida y la muerte: estamos en sus manos gracias a la Redención del Señor Jesús. Si no fuera por Él, seguro ni la vida ni la muerte tendrían un destino claro; pero para el cristiano toda la existencia queda redimida al estar en sus manos.
Mateo, el Evangelista, nos plantea la misma disyuntiva que veíamos en la primera lectura: el perdón y la misericordia. “Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga?” La respuesta de Jesús es clara y contundente: “Hasta setenta veces siete ”, o sea, siempre. El hombre no puede quedarse con el rencor y debe perdonar para que Dios le perdone. Así lo expresa claramente Jesús luego en la parábola del hombre que es perdonado por la tremenda deuda que tiene con su señor, pero que no es capaz de perdonar una pequeña deuda de un hermano suyo. ¿Cómo pedir misericordia por las debilidades propias si no estoy dispuesto a darla y ofrecerla a los demás?

Aprendizaje de la Palabra:

- Perdón y justicia: una de las primeras cosas que se nos presenta como disyuntiva en las lecturas de este fin de semana es ¿Qué pasa frente al tema de la justicia? Si pensamos en el principio jurídico de justicia, de dar a cada uno lo que le corresponde, ciertamente la Palabra de Dios hoy nos ilumina más que nunca: Dios es Justo, y Él se encargará de hacerla valer frente a su Presencia. El hombre, junto con buscar esa justicia (acusarse de la deuda, de acuerdo al Evangelio), solo puede pedir misericordia y esperar a que su Señor le perdone la deuda, pero para que así sea, pero la deuda queda saldada frente al Señor cuando nos olvidamos de ella y somos capaces de dejar atrás esa deuda que otros tienen; el Padre Nuestro nos ofrece luz en esa oración respecto del tema.
- El perdón nos enriquece: Hoy el mundo cada vez es más conciente de sus derechos y exigimos justicia frente a lo que consideramos una injusticia en contra nuestra. Es un valor muy apetecido y que cuenta mucho… no así el perdón, que es visto como una debilidad o incluso una estupidez… pero la ilógica de la palabra de Dios nos invita a perdonar, de acuerdo al mismo ejemplo del Señor al morir por nosotros, y alcanzar justicia por nosotros, que no podíamos reconciliarnos solos con Dios. El perdón que Dios ofrece en su Hijo en la Cruz es tremendamente más infinito que el perdón que nosotros podemos ofrecer a nuestros semejantes, y por ello, cada vez que perdonamos, estamos matando al odio y las iras para dar paso a la infinita misericordia de Dios a quien le dejamos nuestra justicia en sus manos.
- Superar los rencores y las iras: Cada cual en su corazón seguramente tiene que hacer algo en este respecto… ¿Cómo lo hago? Solo amando de verdad. El amor no se calcula, ni siquiera con el número siete, porque el amor es infinito, es el Siempre de Dios entre nosotros, es la respuesta más clara y rotunda frente al pecado. No dudemos en perdonar y tener misericordia, y así seremos libres para agradecer al Señor.

Le pedimos a Dios poder ser siempre suyos, dejar atrás rencores, ofensas e iras, y comenzar a ser discípulos misioneros que llevan el Evangelio del Amor a todos los rincones. Amén.

sábado, septiembre 06, 2008

¿Cómo amo?

23º Domingo del tiempo ordinario

07.09.08

Lecturas

Ez. 33, 7 – 9

Sal. 94

Rom. 13, 8 – 10

Mt. 18, 15 – 20

¿Qué cosas nos hacen responsables de los demás? ¿Cuánto debemos preocuparnos por el prójimo a nuestro alrededor? Esas respuestas no están dadas al azar, y por ello necesitaremos hacer revisión de nuestro discipulado a la luz de las claras y potentes lecturas que la liturgia nos ofrece este fin de semana.

El profeta Ezequiel nos habla hoy de responsabilidad con respecto del prójimo, y de lo que es necesario que la persona de fe haga: corregir a quien no está bien. El preocuparse por quien no actúa correctamente, es un distintivo del hombre de Dios, ayudar a otros y ser centinela, es un claro elemento de esta preocupación. Fijémonos que el hombre de Dios corrige a quien se equivoca cuando es iluminado por la Palabra de Dios, no cuando él quiere hablar. Esto da la fortaleza del argumento al corregir. No se trata de hacerlo solo por hacerlo, o motivado por algún otro motivo distinto que el bien de esa persona, sino más bien motivado por el mismo Dios.

De amor nos habla la carta de Pablo a los Romanos; allí se nos dice que “amar al prójimo como a ti mismo” resume toda la ley y los mandamientos, parafraseando la respuesta que dio el Señor al maestro de la ley cuando le pregunta por los mandatos principales y por el prójimo. Pablo habla de plenitud de la ley al hablar del amor, diciendo que éste no hace mal al prójimo. El mismo Pablo en la carta a los Corintios hará una verdadera apología del amor, diciendo allí la importancia plena que tiene el amor en la vida del hombre: “sin amor, no soy nada”… Amar será la mejor forma de demostrar que hemos entendido todo el mensaje de salvación que Dios Padre nos ha revelado a través de su Hijo Jesucristo. ¿Cómo logro amar con transparencia?

El Evangelio de Mateo que nos acompaña este año 2008, nos habla hoy amor al prójimo en la corrección fraterna; resume los dos temas tocados en las lecturas anteriores… Corregir, sin duda es un acto difícil de hacer; algo ya dijimos al comentar la lectura de Ezequiel, principalmente porque no siempre se hace motivado desde la Voluntad de Dios, tal como debiera ser. Y además, porque nuestra corrección no siempre puede ser bien recibida. ¿Cómo hacerlo? La oración entrega la fuerza necesaria para descubrirlo.

Aprendizaje de la Palabra:

- Corrección desde Dios: No hay duda que nuestra corrección debe tener un par de elementos básicos al momento de hacerse: Ser motivada por la Palabra de Dios; tener el afán de corregir para crecer, no solo para molestar; decir las cosas con cuidado y respeto; corregir siempre junto a otros para dar más peso a lo que se quiere.

- El amor como motor de la corrección: Amar es natural al ser humano. Estamos capacitados 100% para amar siempre con transparencia y honestidad. Ese amor que el Señor pone en nuestro corazón y vida, es la que debemos decantar para entregar a los demás siempre pensando en el bienestar de mi prójimo.

- Responsabilidad frente a Dios de mi prójimo: Al ser cristianos hemos asumido algo de lo que el hombre siempre ha buscado huir: la responsabilidad frente a Dios. Desde que Caín mata a Abel en el Génesis (Gn. 4, 9), siempre hemos buscado no ser el “guardian de mi hermano”. Hoy, se nos invita precisamente a ser los centinelas de ellos, y a hacernos responsables por su salvación, de la cual Dios nos pedirá cuentas.

Le pedimos al Señor este fin de semana poder hacer siempre nuestra vida y acciones motivados desde el amor, actuando siempre con transparencia y buscando siempre el bienestar de los demás. Que seamos responsables por todos, y que nuestra motivación para ello lo podamos encontrar también en el testimonio de tantos que aman silenciosamente. Amén.

sábado, agosto 23, 2008

¿Quién soy yo?

21º domingo del tiempo ordinario

24.08.08

Lecturas

Is. 22, 19 – 23

Sal. 137

Rom. 11, 33 – 36

Mt. 16, 13 – 20

Llegamos casi al fin del mes de Agosto; hemos pasado en estos días la fiesta de San Alberto Hurtado, además de haber recibido de nuestros pastores la semana pasada el lanzamiento continental del tiempo de preparación a la Misión a la que el documento de Aparecida nos llama. Es un tiempo de sensibilización de todos los agentes pastorales para sensibilizarnos en preparar un estado de misión permanente en este continente. Y las lecturas no hacen más que seguirnos invitando a descubrir el quid más profundo respecto del encuentro con el Señor de la vida.

El libro de Isaías nos habla sobre un mayordomo real, o sea, alguien a quien se le ha encomendado el cuidado de la casa del rey, de preocuparse desde que se abre la primera puerta, y se cierra en las noches, de quien posee las llaves para transitar por ella, de alguien de confianza para el rey. Un puesto de riesgo y también de poder. Sin embargo, el profeta nos dice que el Señor sacará a ese mayordomo, y que pondrá a otro en su lugar. Muchos exégetas ven en esta promesa la venida del futuro Mesías, al ser Él a quien se le confiará la Casa del Padre. El que se diga que Dios pondrá la llave de la casa de David en otro, nos indica este anuncio mesiánico. También se puede descubrir detrás del texto la fragilidad humana que puede llevarnos a pecar, y por ello perder la confianza del Señor para realizar las tareas que se nos han encomendado.

Pablo se asombra ante la grandeza de Dios, y se pregunta: ¿Quién penetró en el pensamiento del Señor? ¿Quién fue su consejero?... Esa grandeza que ha descubierto Pablo le lleva a maravillarse porque no puede el hombre tratar de comprender la profundidad de los designios de Dios. La maravillosa alabanza de boca de Pablo nos debe hacer pensar y desear a Dios con todo el corazón; o al menos llevarnos a pensar con cuanta periodicidad nos acercamos con asombro ante el misterio de Dios en nuestra vida; o sencillamente a callar frente a tanto misterio con el que Dios nos ha redimido.

El Evangelio de Mateo, nos muestra a Jesús preguntando sobre quién dicen que es Él. La pregunta, no es solo por tener curiosidad, sino que también para comenzar a dar responsabilidades entre los discípulos. Pedro, que reconoce en Jesús al Mesías es designado cabeza de esa comunidad, a quien le será entregado el cuidado de la Casa de David, tal cual como aparecido prometido al Mesías en Isaías. ¿Quién es el Mesías, quién es Jesús? Estas preguntas hoy también se la hacen muchos y no siempre encuentran la respuesta tan clara como la que dio ese día Pedro. Hoy muchos, al igual que en la época de Jesús esperan un Mesías todopoderoso que manifieste su poder de golpe… y no simple y humilde, muerto en la cruz como ocurrió con Jesús. El camino del Mesías hoy para muchos es un gran signo de contradicción, porque buscamos puestos de poder, porque no queremos ver el sufrimiento en el rostro o la vida de nadie; o porque no comprendemos su plan de salvación. No hay duda que el misterio de Dios nos supera, pero si tenemos algo que podemos comprender: su Resurrección, que es signo de una vida nueva y mejor.

Pidamos al Señor aprender de su pedagogía, de caminar confiados en su presencia; de reconocerle, de saber que él confía en nosotros para continuar su Obra de salvación, que nos preguntemos quién es Jesús en nuestra vida y que podamos dar testimonio a quien nos pregunte de que Él es el Mesías de nuestra humanidad. Amén.

sábado, agosto 09, 2008

Animo, Soy Yo, no teman...

19º Domingo del tiempo ordinario

10.08.08

Lecturas

1 Rey. 19, 9. 11 – 13

Sal. 84

Rom. 9, 1 – 5

Mt. 14, 22 – 33

Un nuevo fin de semana junto al Señor, recordando y conociendo el amor que derrama sobre nuestra vida. Este fin de semana hay varios motivos para celebrar la vida de Dios en nosotros, pero para ello necesitamos reconocerle desde la fe. Bien sabemos que la fe nos da las herramientas para acercarnos a Dios, pero necesitamos estar atentos también al paso de su Presencia, para no dejarle pasar y perderle de vista. Las lecturas de este fin de semana nos darán advertencia sobre la búsqueda de Dios, que siempre se revela, pero no siempre con el rostro que esperamos o deseamos.

El libro primero de los Reyes, nos habla hoy de un encuentro entre Elías y Dios, quien le ha citado en el monte Horeb, para mostrarse a su profeta: El profeta está huyendo de la reina Jezabel, que lo busca para matarlo porque ha derrotado a los sacerdotes de Baal. Dios, le ha confortado en esta huída mandándole un ángel para que le aliente en el camino, y ahora le llama a la montaña. Allí, Elías en una gruta, espera que el Señor pase… hay viento, pero no está el Señor; un terremoto, y tampoco estaba el Señor, luego un fuego y tampoco estaba el Señor… luego, la brisa suave, y solo entonces Elías se tapa la cara. Allí le reconoce. Son los signos de Dios, en donde aparece en lo menos pensado, en lo que talvez no nos damos cuenta, en el lugar y las circunstancias que no pensábamos. Es parte del camino de la fe buscarlo constantemente, y no cansarse de estar en su búsqueda siempre. Allí Elías es consolado por Dios para seguir su misión profética.

La carta de Pablo a los Romanos, leída durante estos fines de semana, hoy nos habla de un dolor que tiene: el hecho de que su pueblo (el judío), no ha reconocido al Mesías; han esperado por siglos la venida de su Mesías, y aún así no logran descubrir en Jesús esa presencia. Nos confirma Pablo que reconocer a Dios en la vida, no siempre es fácil… para los judíos seguramente la presencia de Jesús no calzaba con la imagen que se habían forjado de un Mesías poderoso, que traería la destrucción de sus enemigos, que les exaltaría sobre el resto de los pueblos vecinos… y resulta que ese Mesías muere en la cruz. Claro, probablemente hoy nosotros también pensaríamos que debiera ser un Todopoderoso. ¿Qué nos hubiese ocurrido a nosotros en esa época? Probablemente tampoco lo habríamos reconocido del todo.

El Evangelio de Mateo, nos habla de la continuidad de la multiplicación de los panes; se va a orar solo al monte. Al bajar hacia la barca, que se había alejado de la costa por el viento, se dirige hacia ella caminando sobre las aguas. Los discípulos al verlo acercarse, no lo reconocen, y se asustan más todavía. Jesús los calma, y Pedro pide ir a su encuentro… pero al caminar sobre las aguas, se hunde. Jesús lo salva y le pregunta porqué ha dudado. Al subir a la barca, se calma el viento y todo se postran delante del Señor, reconociéndolo como el Hijo de Dios. “No teman, soy yo”, les dice Jesús; “¿Porqué dudaste?”, le pregunta a Pedro en medio de la tormenta. Estas preguntas, en el texto, nos muestran los vaivenes en los que caemos a menudo, especialmente cuando estamos atrapados por las tormentas de la vida, cuando parece que nos hundimos en medio del agua, y nos ahogamos.

Aprendizaje de la Palabra:

- Nuestra búsqueda de Dios: Un punto común en las lecturas de este fin de semana, es querer encontrar a Dios en la vida. Es un deseo innato, que todo ser humano posee, es algo primario en los seres espirituales. Per en esta búsqueda, no siempre encontramos los resultados que esperamos, porque Dios no se nos revela siempre abiertamente. De hecho, ya se nos ha revelado en su Hijo Jesús, a través de la Palabra que meditamos semana a semana… pero siempre queremos algo más, y es en esa búsqueda en donde no quedamos siempre conformes. Los rostros de Dios pueden variar, porque los parámetros de su revelación sobrepasan nuestras categorías humanas.

- ¿Dónde está Dios?: La pregunta se la hizo seguramente Elías cuando escapaba de la reina Jezabel, o los judíos, que esperaban el Mesías que Jesús no representó de acuerdo a sus pretensiones, o los discípulos en medio de la tormenta en la barca… y nosotros, ¿Cuántas veces nos hemos preguntado esto mismo? La respuesta, ya lo dijimos, no siempre es clara y la que esperamos. Dios está siempre presente. Partamos de esa base. Ahora, sus manifestaciones, son diversas… a veces en la brisa suave, a veces en la tormenta más cruda. Allí está Dios. La fe nos dice que Dios nunca nos deja, y que nosotros debemos de mirarlo siempre, para no hundirnos en las aguas…

- Tranquilícense, Soy Yo, no teman: Si, esa es la respuesta más clara que podemos deducir de las lecturas de esta semana. El Señor está en medio de todo, incluso de las tormentas más fuertes. Si lo miramos constantemente, lo descubriremos y seremos capaces de reconocerle mucho más claramente.

Al celebrar este fin de semana la fiesta de san Lorenzo, patrono de los diáconos, le pedimos al Señor de la Vida que nos haga vivir tranquilos, siempre buscándolo, aún en medio de los vaivenes de nuestro caminar diario. Que le Señor nos conceda la gracia de la fe y la felicidad eterna. Amén.

viernes, julio 25, 2008

17º Domingo del tiempo ordinario

27.07.08

Lecturas

1 Rey. 3, 5. 7 – 12

Sal. 116

Rom. 8, 28 – 30

Mt. 13, 44 – 52

Dios dispone todo lo necesario para aquellos que le aman, más aún para quienes se muestran humildes y sencillos con Él, como el Rey Salomón que solo le pide prudencia y sabiduría para reinar. Es en las grandes cosas en donde aparecen los verdaderos hombres y mujeres de fe, que son capaces de vender todo lo que tienen para poseer este Gran Don que es el Reino. En este contexto leeremos las lecturas de este fin de semana propuestas por la liturgia de la Palabra.

La primera lectura tomada del primer libro de los Reyes nos narra el encuentro de Dios con Salomón, quien ha heredado de su padre David el reinado de Israel, antes de que fuera dividido. En este encuentro, Dios le ofrece pedir lo que quiera… y el rey le pide “un corazón compasivo para juzgar el pueblo, para discernir entre el bien y el mal”. Dios, que cumple su promesa de dar lo que quiera, cumple este deseo de Salomón transformándolo en el hombre sabio, fama que la historia le ha dado. No hay duda que el Señor mira bien de este deseo del rey, y como no, especialmente por el cargo que desempeña en medio del pueblo. En la época de Salomón, los reyes son designaciones de Dios, y por lo mismo, son extensiones de su amor y paternidad para con el pueblo. Un gran compromiso de quienes eran elegidos y ungidos reyes, que no siempre se cumplió como debía ser.

La carta de Pablo a los Romanos, nos recuerda que el actuar de Dios siempre es a favor de quienes le aman, Dios ha hecho que el mundo siga avanzando, y ha fortalecido de modo especial a sus predilectos amados hijos. En Cristo, su Hijo Primogénito nos ha llamado, nos ha salvado, santificado y glorificado. ¿Habrá don más grande para los que tienen fe que responder a este llamado? Solo desde ésta óptica podemos entender las cosas que ocurren en nuestro alrededor y que nos afectan. ¿Qué es lo que Dios quiere? Nos preguntamos muchas veces… Pablo nos dice hoy: la disposición de todas las cosas, Dios las ha hecho para nuestro bien.

El Evangelio de Mateo, continúa por tercera semana consecutiva en el capítulo 13, que habla sobre las parábolas del Reino. Ese es el mensaje del texto de las semanas anteriores, y hoy no será la excepción. El Reino aparece en el texto proclamado como un tesoro escondido en el campo, que un hombre al descubrirlo, vende lo que tiene para comprar ese campo; o como un hombre que negocia perlas finas, que al encontrar una de gran valor, vende todo lo que tiene para comprarla; o a una red que recoge toda clase de peces en el mar… las comparaciones hablan por si mismas: en las dos primeras, el Reino representados por un tesoro o una perla, superan cualquier otro bien que los hombres poseían anteriormente. Así, el Reino es presentado como el Bien Supremo a conseguir, desasiéndose de los otros bienes poseídos. En la última, el Reino es presentado como una gran red, que atrapa todo tipo de peces: es parecido como el trigo y la cizaña (que se deja hasta el final, y solo en la ciega es apartado el trigo de la maleza), que solo es separada los peces buenos de los malos al ser revisada por los pescadores al final de la faena. Termina con otra comparación sobre el Reino: Se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo…

Aprendizaje de la Palabra:

- El Reino de los cielos es para los humildes: Estoy inventando un texto que no aparece así dicho en las lecturas de hoy, pero que podemos deducir con claridad, aunque Jesús ya las había dicho en las Bienaventuranzas. La humildad hace cercano el Reino en nuestra vida. Y con mayor razón cuando nos abandonamos a su Voluntad, sabiendo que Dios dispone todas las cosas para nuestro bien (2ª lectura). La humildad para descubrir que hemos encontrado otro tesoro mucho más grande que el que creemos tener, aunque esta vez, ya no movidos por la ambición de tener, sino de querer despojarnos de aquello que se nos ha concedido tener, como el poder del que gozaba Salomón (1ª lectura). El Reino, es solo para los que se atreven a ser valientes delante de Dios.

- El Reino es el cumplimiento de nuestros sueños de vida nueva: Pablo nos dice que todas las cosas que nos pasan, son para asemejarnos al Hijo Unigénito; allí hay salvación, hay comprensión de la realidad y sobre todo, vida renovada. Vender todo para comprar ese Don, implicará dejar atrás muchas cosas, e iniciar una nueva vida, que nos obligará a ser prudentes y mesurados, justos y sabios (1ª lectura), aprender a sacar cosas nuevas y viejas de nosotros mismos. Vivir renovados de verdad.

- El Reino es un tesoro: Esto es lo que debemos entender hoy. El Reino es un tesoro, un Don puesto en nuestras manos para cuidarlo y poseerlo. A modo de mal entendido, muchos en la época de Jesús esperaban que la manifestación del Reino que Cristo anunciaba, se manifestara hasta con violencia frente a los enemigos de Israel… pero no… ya la semana pasaba hablábamos que una categoría importante del Reino, es la paciencia con que se manifiesta; hoy extendemos esa paciencia, al hecho de que el Reino necesita ser buscado y revelado en todos los ámbitos en que nos movemos para que se desarrolle. El Reino, es manifestación de algo que está latente, pero que aún no es evidente para todos…

Pidamos este fin de semana, ser sabios y prudentes en la búsqueda del bien, en la generosidad para extender el Reino, sabiendo que en Jesús hemos sido salvados. Amén.

sábado, julio 12, 2008

Palabra de Dios y sus frutos

15º Domingo del tiempo ordinario

13.07.08

Lecturas

Is. 55, 10 – 11

Sal. 64

Rom. 8, 18 – 23

Mt. 13, 1 – 23

Estamos viviendo el 15º domingo del tiempo ordinario, y las lecturas de este fin de semana, sin duda quieren llevarnos a pensar en la importancia de la Palabra. En ellas hoy se nos muestra que ella es como una semilla, que brota cuando cae en buen terreno, o la lluvia, que no vuelve al cielo sin antes haber fecundado la tierra para dar fruto. El sufrimiento del que Pablo nos habla, también aportan a que esta Palabra crezca como debe ser.

La imagen agrícola de la lectura del profeta Isaías nos ayuda para entender la dinámica de la Palabra de Dios que no vuelve a Él vacía, sino que es capaz de fecundar la tierra, la empapa y la hace germinar para dar semilla al sembrador… es bella y muy clara la imagen, porque el texto no pretende sino demostrarnos que sin ella, el hombre nada puede hacer, y se seca su vida y semilla. Ya para los profetas, el predicar la Palabra de Dios se les hacía difícil porque no encontraban buena tierra para que germinara la semilla, aunque ellos derramaban el agua de Dios… Por ello, hoy el llamado es a no perder esa agua que Dios derrama, que hará germinar la semilla tarde o temprano en el campo de Dios.

Pablo en la carta a los Romanos les hace hincapié en el sentido y valor del sufrimiento, que está en el mundo producto del pecado y vanidad del hombre que lo ha introducido. Pero falta aún que sea purificado para que se complete todo el mundo del pecado.

El Evangelio de Mateo nos ofrece un capítulo 13 nos habla sobre parábolas y los frutos que deben producir las parábolas (palabras) que Él enseña. Hoy, leemos la del sembrador, que sale a esparcir semillas y éstas caen en distintos lugares (borde del camino, entre piedras, espinas y tierra). Dependiendo de los lugares en donde la semilla ha caído, será la suerte de esa semilla. La enseñanza de la Parábola es clara, Jesús mismo la explica, y solo queda agregar a esto que necesitamos ser buena tierra, para que demos frutos duraderos, como debe ser.

Aprendizaje de la Palabra:

- Dios nos da su Palabra eficaz: Sabemos que la Palabra de Dios es viva y eficaz, y que tiene poder por si misma… de eso se encarga hoy de enseñarnos la primera lectura; pero necesitamos tomar esa conciencia para que su eficacia brille en todo su esplendor. No podemos dejar que la Palabra pierda su eficacia por nuestra ineptitud frente a ella. No matemos ni ahoguemos la Palabra de Dios.

- ¿Qué superficie soy para recibir la semilla?: La pregunta brota sola al leer y escuchar la parábola. ¿cómo recepciono yo la Palabra?, ¿En qué lugar de mi vida cae al ser derramada en la Eucaristía?, ¿Qué ocurre con ella? El tema da para largo. No dejemos de dar una respuesta clara.

Bien, pidamos a Dios poder ser buena tierra, para que su Palabra nos haga producir frutos de vida eterna. Amén.

sábado, mayo 17, 2008

Santísima Trinidad

La Santísima Trinidad
18.05.08

Lecturas
Ex. 34, 4 – 6. 8 – 9
Dn. 3, 52 – 56
2 Cor. 13, 11 – 13
Jn. 3, 16 – 18

Este fin de semana, celebramos la Solemnidad de la Santísima Trinidad, celebramos más que nunca la vida de Dios en cada ser humano, especialmente en aquellos que formamos su pueblo, que hemos aceptado caminar junto al Señor en el camino del mundo. Hablar de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, siempre será una aventura en la que con cuidado debemos adentrarnos para describir – jamás definir con exactitud – a Dios que se nos ha querido revelar y compartir su amor con nosotros.
En el libro del Exodo, la primera lectura de hoy, vemos a Moisés en el monte, junto a Dios que pasa ante su mirada mostrándose misericordioso, compasivo, lleno de amor y fidelidad para con él. Moisés cae de rodillas e implora al Señor su amistad, que camine en medio del pueblo, a pesar de ser obstinados; que les perdone sus pecados y que les haga parte de su herencia. El texto refleja una cercanía muy paternal de parte de Dios y la humildad de un hombre que implora la amistad y la misericordia de un Dios que se revela para ser conocido. Cuando hablamos de Dios, tenemos que pensar precisamente en esta imagen que hoy nos muestra esta lectura, que nos llama a entrar en comunión con Él.
La carta de Pablo a los Corintios nos alienta hoy a alcanzar la perfección y animarse a que vivan en paz y armonía. Además, utiliza uno de los saludos que hemos adoptado en nuestras celebraciones Eucarísticas para saludarnos: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo permanezcan con todos ustedes”. Si nos fijamos bien, este saludo de Pablo, nos ayuda a descubrir la misión que le atribuimos a cada una de las personas de la Santísima Trinidad: Jesús nos da la gracia de la salvación, la gracia de la fe; Dios Padre nos regala el Amor, como un don que debemos potenciar y cuidar entre nosotros en la comunidad; el Espíritu Santo nos anima a vivir en la comunión, creando un lazo invisible que nos une para tenernos unidos en la Iglesia. En la vida de Dios, ciertamente lo que podemos hacer es describirlo de acuerdo a nuestras categorías, no conocerlo plenamente, al menos en esta vida, no agotaremos su misterio; por ello, Pablo al describirnos brevemente en modo de bendición algo de lo que Dios hace, nos arroja tremendas luces para acercarnos a Dios de modo más certero.
El Evangelio de San Juan se encarga de recordarnos el amor que tiene Dios por nosotros, al enviarnos a su Hijo para que los que crean en Él, tengan vida eterna. ¿habrá misterio de amor más grande que ese? Pudiendo salvarnos de tantos otros modos, escoge la forma más humana para acercarse al hombre: hacerse hombre plenamente para revelarnos la gracia que el Padre quería comunicarnos: su vida y la salvación eterna.
Frente a todo el misterio de Dios, con lo dicho, ya podemos sacar algunas conclusiones.
- Dios es comunión: Si, Dios es comunión, y se quiere comunicar con el hombre, su creación más amada. Desde siempre, Dios buscó al hombre para hablarle y mostrarle su vida Divina, para enseñarnos que la unión en un solo pueblo es su querer, que “necesita” que aprendamos a comunicarnos con Él.
- Dios es misericordia: Si hay un calificativo para hablar de Dios, sin duda la misericordia es una de las primeras que se nos viene a la mente. En las lecturas hoy lo palpamos: cuando Moisés se le acerca, Él se le revela como misericordioso; al mandar a su Hijo, nos enseña la tremenda misericordia que tiene con nosotros.
- Dios es amor: No lo dice hoy en las lecturas, pero no hace falta pensar mucho para descubrir cuánto nos ama Dios a todos… su entrega por cada uno, lo refleja. Amar es una consecuencia de conocer a Dios, y en ello ponemos empeño.

Fíjense que las tres cosas dichas acá, las sabemos, y solo las hemos deducido de las lecturas. Nuestra misión es vivir la comunión, tener misericordia con la miseria ajena, y amar como Dios manda. Bendiciones.

sábado, abril 26, 2008

Anunciemos la Verdad...

6º Domingo de Pascua
27.04.08

Lecturas
Hch. 8, 5 – 8. 14 – 17
1 Pe. 3, 15 – 18
Jn. 14, 15 – 21


Nos acercamos al final del tiempo Pascual, y las lecturas nos hablan ya de la promesa del Espíritu, que vendrá pronto. Hemos recorrido este tiempo descubriendo el libro de los Hechos de los Apóstoles, que nos ha mostrado ya parte de la acción del Espíritu en las primeras comunidades, además de aprender y caminar junto al Señor Resucitado.
Hoy, el libro de los Hechos, nos narra las maravillas de uno de los discípulos, de Felipe, quien en Samaría proclama las grandezas del Señor, que se ven acompañadas por signos. Luego, son enviados por los Apóstoles Pedro y Juan, quienes les hablan del Espíritu, e imponiéndoles las manos, lo reciben. No hay duda que la presencia del Resucitado, y las constantes aluciones a la presencia del Espíritu Santo, son una constante en este libro, que narra las maravillas del Señor obrando en quienes abrían sus corazones al mensaje de Salvación.
Pedro, en la segunda lectura nos recuerda la importancia de hacer las cosas bien hechas, de modo sano y dando testimonio con respeto de lo que creemos, de ser capaz de ser testigos del Señor; hoy, en tiempos en los cuales las ideas tienden a radicalizarse, y los tonos de las conversaciones se elevan, que prácticas y balsámicas nos resultan los consejos del Apóstol: “Estén siempre dispuestos a defenderse, delante de cualquiera que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen. Pero háganlo con suavidad y respeto, y con tranquilidad y conciencia”. Agrega además el tema del sufrimiento que puede significar hacer el bien, si es la voluntad de Dios. Son realmente esclarecedoras y consoladoras las palabras.
El Evangelio de Juan nos habla sobre el amor al Señor, la venida del Espíritu a quienes le aman… todo gira en torno a estos temas, y cómo el Padre se manifestará en el Señor a través de su Espíritu Santo. Dios no nos dejará solos jamás, siempre estará al lado nuestro. Es también esclarecedor el tema que Jesús menciona, sobre el Espíritu de la Verdad, que “el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce”… Esto, hoy se nota más que nunca, y no hay duda que estas palabras se están cumpliendo tal cual fueron escritas.

Aprendizaje de la Palabra:
- Anuncio del Espíritu y sus obras: El libro de los Hechos de los Apóstoles no ha dejado de mostrarnos las obras del Espíritu durante este tiempo de Pascua. Hoy, los mismos Apóstoles entregan el Don del Espíritu Santo, mediante la imposición de manos, a quienes alegres y con fe han aceptado la salvación. Los frutos, ya cada cual puede sacar las conclusiones.
- Anuncio del Espíritu de la Verdad: ¿Qué es la verdad? Se preguntó Poncio Pilatos antes de entregar a Jesús a los judíos la víspera de la Pascua para darle muerte. Hoy nosotros sabemos qué es la Verdad, quién es la Verdad, quién dice la Verdad. Dios para ello nos enviará al Espíritu, para poder discernir y hablar en nombre de Dios. Hoy, no hay duda que muchos se adueñan de la verdad, y la proclaman como un derecho adquirido. Debemos tener cuidado… Dios es la Verdad, y por ello hay que ser prudente antes de llevarse los laureles personales.
- Sufrir por hacer el bien: Suena casi utópico en estos días… pero es Palabra de Dios, y si es su Voluntad sufrir para hacer el bien… ¿Quiénes somos nosotros para decir que no a Dios?... El Espíritu, sin duda nos aclarará muchas de nuestras dudas…

Pidamos a Dios poder prepararnos para actuar de acuerdo a los criterios del Espíritu, que pronto vendrá para enseñarnos y revelarnos la Verdad. Amén.

sábado, marzo 01, 2008

Señor, luz de las naciones

4º Domingo de Cuaresma
02.03.08

Lecturas
1 Sam. 16, 1. 5 – 7. 10 – 13
Sal. 22
Ef. 5, 8 – 14
Jn. 9, 1 – 41

Continuamos nuestro camino por la Cuaresma, y ya es momento de que salgamos de las tinieblas, y comencemos a ver de verdad. El camino cuaresmal nos muestra que nuestro discipulado, necesita ser iluminado, y estructurado, para avanzar de verdad hacia la Pascua del Señor.
El libro primero de Samuel, nos habla hoy de cómo Dios escoge al Rey a través del profeta, que debe ungirlo. Ese era el modo como se consagraba a alguien para un cargo de esta envergadura. El texto recalca fuertemente, que la elección es de Dios, y que Él mira el corazón del hombre, no las apariencias. Es el corazón sincero el que vence a Dios, para hacer su Voluntad en nosotros. David, inicia así su reinado sobre las Tribus de Israel, que necesitaban un rey.
Andar en tinieblas, o vivir iluminados por la luz, es lo que Pablo nos enseña en la carta a los Efesios que leemos hoy en la segunda lectura. Los frutos de la luz, como la bondad, la justicia y la verdad, aparecen cuando se entrega la vida a Jesús; todos sabemos que vivir en la luz, es una lucha constante en nuestro itinerario, que buscar desde la fe, la esperanza y el amor la voluntad de Dios, nos llevará a aprender a realizar las cosas una y otra vez. Andar en la luz, o en la tiniebla, es la tarea que nuestro discernimiento debe lograr algún día.
Juan, en el Evangelio de hoy nos da una lección muy bella y llena de simbolismos, como nos tiene acostumbrados. Hoy descubrimos que Jesús es la luz de la vida del hombre que se atreve a dejar las tinieblas para salir a la luz. Jesús ve a un ciego de nacimiento, y sus discípulos, que de acuerdo a la enseñanza judía antigua, era un pecado, le preguntan sobre el tema: Jesús dice que está así para que se manifieste la gloria de Dios sobre él. Así, Jesús cura su discapacidad, y los judíos nuevamente cuestionan la veracidad de la sanación. El ciego, ha encontrado la luz de Jesús y los fariseos se niegan a verla, creyendo ellos estar en la luz. El juicio al final del texto arroja más luz todavía: Jesús ha venido para dar vista a los que no ven, y dejar ciegos a los que creen ver. La soberbia de los fariseos los ha enceguecido, cosa que quedará mas patente en el capítulo siguiente sobre el Buen Pastor.

Aprendizaje de la Palabra:
- Dios mira el corazón, no la apariencia del hombre: Esta verdad aprendida hoy a raíz de la elección de David como rey de Israel, debe hacernos pensar sobre lo que hacemos a los ojos de los demás, y sobre todo lo que habita en nuestro corazón. Dios jamás mirará nuestras acciones cuando son mecánicas y sin corazón sincero. Tenemos que ser capaces de ofrecer en estos días especialmente, un corazón contrito y humillado ante el Señor.
- ¿De la luz o de las tinieblas?: El clásico camino del bien y del mal, hoy se nos muestra con la apariencia de luz y sombras. Entendemos perfectamente la analogía aplicada a nuestras acciones. La proximidad, o lejanía de Dios en nuestra vida determinará en qué lugar nos encontramos. El final del texto de hoy podemos tomarlo claramente como una invitación muy propia de la Cuaresma: “Despierta, tu que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará”. Bella oración, que seguramente se utilizaba en las antiguas comunidades cuando alguien se bautizaba.
- Jesucristo, luz del mundo: Si algo nos queda claro hoy, es que Cristo es capaz de devolver la vista a quienes, desde su nacimiento no han visto la luz de la fe. El texto entra preciso en el tema del discipulado, y además nos demuestra que cuando nos abandonamos a la misericordia de Dios, alcanzamos la salvación. El origen del texto, parece ser las luchas constantes que se daban en las primeras comunidades cristianas, muchas veces cuestionadas por el judaísmo tradicional. Hoy, no hay duda que muchos necesitamos ver de verdad en la vida, de iluminar nuestros ojos y dejar que el Señor sea nuestra lámpara y guía.

Pidamos al Señor en estos días antes de la Pascua, la gracia de ver. Pidamos la gracia de poder discernir dónde está la luz. Pidamos la sencillez de corazón, para que Dios diga bien de nuestras acciones. Amén.

sábado, febrero 23, 2008

Tengo sed de ti, Señor

3º Domingo de Cuaresma
24.02.08


Lecturas
Ex. 17, 1 – 7
Sal. 94
Rom. 5, 1 – 2. 5 – 8
Jn. 4, 5 – 15. 19 – 26. 39. 40 – 42


Los domingos de Cuaresma, y el tiempo cuaresmal en general, siempre se ha presentado como un tiempo de desierto, en donde pasamos necesidades y también sed. En esas necesidades también podemos equivocar el rumbo, y no saber dónde está Dios. Pero allí aparece para saciar nuestra sed, nuestras necesidades.
El libro del Éxodo nos muestra hoy parte de la vida del pueblo de Israel en el desierto, junto a Moisés que les guía por allí. En esta circunstancia, el pueblo comienza a tener sed, y reprochan a Moisés el haberles hecho salir de Egipto para ¿qué?... Allí viene la intervención de Dios, que a través de Moisés le da el agua que necesitan. ¿El Señor está realmente entre nosotros, o no? Esa es la pregunta que queda dando vuelta al final de la lectura de hoy.
¿Dios defrauda en nuestra esperanza? No, esa es la conclusión a la que llega Pablo en la carta a los Romanos. Hoy nos dice que el “amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado”… Es la fe la que nos trae la paz al corazón, y de ese modo podemos componer y aspirar a vivir en la gloria de Dios.
Juan hoy nos habla en el Evangelio del encuentro que tiene Jesús con una mujer samaritana. Es un diálogo progresivo, en donde Jesús se hace el encontradizo con esta mujer. Nuevamente el agua acá es el tema para entrar en el diálogo. Sin saberlo, la mujer – que buscaba agua en un pozo - descubre que su sed va más allá de lo físico, y termina pidiéndole al Señor que le de de beber de esa agua viva, para no tener más sed. En esta mujer, podemos descubrir nosotros también la sed de Dios que tenemos, y que no siempre hemos sabido saciar en el pozo correcto. La clave para ello está en dialogar profundamente con el Señor; de eso debemos encargarnos.

Aprendizaje de la Palabra:
- Búsqueda de aguas en la vida: ¿Quién no ha sentido sed alguna vez? La sed, es símbolo de la carencia en nuestro cuerpo de un líquido que es vital para vivir. Si tenemos sed, buscamos donde saciarla. Espiritualmente, entendemos que Dios es el agua que necesitamos para saciarnos en el interior; no siempre lo sabemos y tenemos tan conciente, pero al igual que la Samaritana, podemos llegar y remontarnos hasta el Señor. Ciertamente eso es lo que debemos buscar hoy en el camino de discípulos. ¿Dónde busco hoy agua en mi vida?, ¿qué agua estoy bebiendo?
- Dios siempre presente: La segunda lectura, y también lo vivido por Israel en el desierto, demuestra que el Señor siempre alimenta la esperanza de todos, con su presencia. En esta cuaresma sigamos junto al Señor, camino a la Pascua Eterna.

sábado, febrero 09, 2008

Tentación y obediencia

1º Domingo de Cuaresma
10.02.08


Gn. 2, 7 – 9; 3, 1 – 7
Sal. 50
Rom. 5, 12 – 19
Mt. 4, 1 – 11

El inicio de la Cuaresma el miércoles recién pasado, nos ha introducido en este tiempo de preparación a la Pascua del Señor, y nos incentiva a mirar nuestra vida como una oportunidad de cambio. Las lecturas de este fin de semana nos ponen de lleno en la revisión de nuestro camino como discípulo.
En la lectura primera, leemos la página del Génesis en donde se nos habla sobre la entrada del pecado al mundo. Es un relato creado para explicar cómo el hombre se deja seducir por el demonio y desobedece al Señor, creyendo que así estará mejor. ¿Cómo llega el hombre a esto? Por el engaño del demonio, muy bien graficado en el texto, que miente, engaña y desorienta al hombre para que no escuche a Dios. Y así, la desobediencia se transforma en el primer pecado que aleja al hombre de la presencia de Dios, del que quiere primero prescindir y luego esconderse al tomar conciencia de su error.
Pero como el pecado no es la última realidad del hombre, Dios se encarga de solucionar con su Gracia lo que el pecado había destruido: la comunicación con Dios. ¿Cómo lo hace? A través de Jesús, su Hijo, por quien ha derramado todos los dones que necesitamos. De esto nos habla la carta de Pablo a los Romanos. El hijo, haciéndose obediente a la Voluntad del Padre, ha conseguido que la desobediencia del hombre tenga redención y salvación. Nuestro camino si lo unimos al del Hijo del Padre, tiene redención. Dios nos ofrece esa posibilidad, y nosotros debemos aprender la lección.
La tentación es uno de los temas con los que a diario debemos aprender a convivir, y tenemos que reconocer para superarlas. El demonio, y su camino del mal llega a tentar incluso a Jesús ofreciéndole comida, poder y adoración para vencerlo. Nosotros hoy sabemos que esta realidad también nos toca. ¿Qué es la tentación? Es sencillamente la capacidad de torcer nuestra voluntad que escoge mal las cosas, y hacernos errar en el camino de Dios. De la tentación al pecado hay un paso, y por ello es necesario que cada cual analice cuáles son sus tentaciones constantes, para que pida la gracia al Señor de poder vencerlas y alejar así las insidias del demonio que constantemente disfraza la mentira haciéndonos parecer que es algo bueno. Recordar la misericordia de Dios nos ayudará para escoger bien cuando debemos hacerlo; orar, como Jesús en esos 40 días es una herramienta urgente en el mundo de hoy para saber discernir entre lo bueno y lo malo.

sábado, enero 26, 2008

El centro es el Señor

3º Domingo del tiempo Ordinario
27.01.08

Lecturas
Is. 8, 23 – 9, 3
Sal. 26
1 Cor. 1, 10 – 14. 16 – 17
Mt. 4, 12 – 23

El tiempo ordinario que vivimos en estos días en la liturgia, nos sirve para darnos cuenta del inicio de la vida pública del Señor Jesús que llama a sus primeros discípulos, y les invita a seguirle, tal como Dios lo hacía a través de Isaías en el Antiguo Testamento. Ser de Cristo, y solamente seguirle a Él es lo que Pablo pretende inculcarles a la gente de Corinto. Miremos las lecturas.
Isaías durante todas estas semanas nos ha hablado de luz y compañía del Señor al pueblo de Israel… hoy vuelve sobre esa idea la liturgia de la Palabra, al decirnos que la presencia del Señor ilumina, que el pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz sobre él; que el peso que llevaban, Dios lo ha quitado y destrozado; Dios les da esperanza en el camino. El texto, lo hemos leído hace no muchos días atrás, los días de Navidad, porque la gran esperanza será un niño que nace. La idea de hoy, es mostrar a un pueblo que, atribulado y cansado hoy es salvado por el Señor a través de la luz que deposita sobre ellos, de la esperanza que les hace caminar nuevamente.
Pablo hoy hace una declaración muy clara, para que no quede dudas sobre lo que creen y a quien siguen. Lo más probable es que en estas primeras comunidades había mucha expectativa respecto de quienes seguían y anunciaban el mensaje de salvación… es la tentación de confundir y dividir sobre quién es mejor. La rivalidad aparente que algunos pretenden sembrar en la comunidad de Corinto sobre el “poder” de los apóstoles, es una tentación que hoy sigue persiguiéndonos cuando se siembra la división. Pablo se encarga de demostrar que es a Cristo a quien siguen, y que los apóstoles, son simples instrumentos del Señor Jesús, no el norte. Ya la semana pasada hablábamos sobre el rol de ser apóstol; hoy simplemente la liturgia a través de Pablo nos recuerda a quien seguimos hoy.
El inicio de la vida pública de Jesús es lo que hemos leído en el Evangelio de Mateo. Hemos escuchado cómo el Señor luego del bautismo, se ha ido hacia Cafarnaúm, a orillas del lago, en los confines del territorio de Israel. Allí inicia su vida ministerial, llamando a los primeros discípulos (Pedro, Andrés, Santiago y Juan) y anunciando además la necesidad de convertirse, porque el reino de los cielos está cerca. Con estas palabras, el Señor marca la soberanía de Dios sobre las realidades terrenas, que deben aprender a tender hacia el cielo anunciado en la conversión.

Aprendizaje del texto:
- Anuncio de una realidad celestial: No es menor este detalle en este día. Ya el anuncio de Jesús (el reino de los cielos está cerca), nos habla muy claro sobre el fondo del mensaje que debemos aprender a conocer y transmitir. Hablar del cielo, pareciera que hoy es una realidad solo para hablarles a los niños cuando tienen 5 años. Eso es algo que sabemos está mal, y por ello, el hecho de que Mateo lo saque a colación hoy en el Evangelio, es genial. Cuando hablamos de Reino de los Cielos, estamos hablando de que Dios se haga presente en todas las realidades terrenas, que las ilumine y con nuestra ayuda voluntaria, las transforme. Hablar del cielo hoy es sinónimo de prepararnos para ese encuentro junto al Señor, y por ello, debemos revitalizar nuestro anuncio por esa línea.
- Seguimiento del Señor: Parece obvio esto, pero por desgracia siempre percibimos alguna división dentro de la comunidad, y eso debilita el centro del anuncio de la salvación: Jesús. El desconcierto que puede provocar una división, rompiendo la armonía dentro de una comunidad, puede provocar mucho daño. En la Iglesia todos somos instrumentos del Señor, y por lo mismo, no hay nadie que sea más que el otro. Dios cuando llama, lo hace para que seamos sus discípulos, no sus maestros.
- Dejarse iluminar por Dios: Cuando la tiniebla se cierne sobre la comunidad, cuando descubrimos que necesitamos unirnos para hacer más diáfano el testimonio que proclamamos, debemos dejarnos iluminar por la luz del Señor. Debemos allí aprender a mirar hacia el cielo, y soñar con la salvación que Dios nos ofrece a todos, como una verdadera comunidad de discípulos que hemos escuchado la llamada a seguirle de verdad.

Pidamos al Señor la gracia de unirnos bajo su presencia luminosa, y hacer de nuestro discipulado un ministerio fructífero para su mayor gloria. Que siempre reine entre nosotros la Palabra del Señor, y el alimento de su Cuerpo Santísimo. Amén.

sábado, enero 19, 2008

Ser siervo y apóstol

2º Domingo del Tiempo Ordinario
20.01.08


Lecturas
Is. 49, 3 – 6
Sal. 39
1 Cor. 1, 1 – 3
Jn. 1, 29 – 34

El inicio del tiempo ordinario nos toma en continuidad con la idea de que Cristo es la salvación para quienes le han reconocido y seguido como verdaderos discípulos. La idea en el fondo es mirar al Señor, reconocerle como Luz para nuestra vida, como quien se ha mostrado salvador y llamando a una tarea concreta: proclamarlo.
Isaías, el autor de la primera lectura, nos presenta hoy una reflexión en donde un servidor (Israel), hace referencia a la gran misericordia que Dios ha tenido al llamarle, y que, a pesar de quejarse, el Señor le fortalece siempre, invitándole a ser luz de las naciones. Este es otro de los cánticos del Siervo de Yaveh, del cual la semana pasada leíamos uno también. Es un llamado cierto a seguirlo, a saberse elegido como un instrumento de Dios para llevar la salvación a muchos otros.
El inicio de la primera carta de Pablo a los Corintios es un saludo, en donde el apóstol se identifica claramente como un apóstol de Jesucristo, deseando la gracia del Señor a los que leerán en esta carta como destinatarios. Apóstol es una palabra griega que significa enviado, por tanto, Pablo sabe cuál es su misión, y a eso se dedica.
El evangelio de San Juan pareciera ser continuo con el Evangelio de la semana pasada, cuando celebrábamos la Fiesta del Bautismo del Señor. Hoy, el texto nos muestra a Juan Bautista, dando testimonio de Aquel que ha bautizado, y sobre quién ha visto posarse el Espíritu Santo. Juan, no hay duda que asume eso de ser siervo y apóstol, y que sabe perfectamente cuál es su rol en este plan de Dios: ser un puente, que ayuda a conectar al hombre y Dios, aquel que señala al Cordero de Dios, aquel que es el Salvador de la humanidad.
Aprendizaje de la Palabra:
- Ser siervo y apóstol: Si hay algunos conceptos que aparecen con fuerza este fin de semana, son estos dos; por ello necesitamos saber que significan. Ser siervo es entregar la voluntad a otro, para hacer aquello que se nos encomienda; ser apóstol, es ser enviado, con un mensaje ajeno, a otros que lo necesitan. A eso debe aspirar un católico verdadero.
- Reconocer nuestra misión: Como discípulos cada uno de nosotros tiene una misión frente a la construcción del Reino. A ello nos abocamos al iniciar este tiempo ordinario. Las palabras de hoy, y la misión de Pablo, el siervo de Isaías y Juan Bautista, reafirman esta realidad para nosotros.

sábado, enero 12, 2008

El bautismo del Señor

Bautismo del Señor
13.01.08

Lecturas
Is. 42, 1 – 4. 6 – 7
Sal. 28
Hech. 10, 34 – 38
Mt. 3, 13 – 17

Hemos llegado al día de la celebración del Bautismo del Señor, como fin ya del tiempo santo de la Navidad… aunque han pasado ya tres semanas de aquello, la Iglesia prolonga esta alegría para que todos los fieles se alegren por los misterios de la Salvación que Dios derrama a través de su Hijo Jesucristo, el Salvador. Miremos las lecturas de esta semana.
El libro del profeta Isaías, que ha alentado nuestro camino estos días de Navidad, hoy nos habla de un siervo, en el que el Señor ha puesto su Espíritu para ser enviado, no con grandes aspavientos ni avasallando todo a su paso, sino con humildad y fidelidad a su misión… Es uno de los “poemas del siervo de Yahvé” que nos ofrece la visión de un servidor fiel y humilde. A este texto, y otros parecidos en este libro, muy pronto se le dio un claro sentido mesiánico, de que se referían a que vendría ese Mesías santo y humilde, que restauraría la justicia.
El libro de los Hechos de los Apóstoles, la segunda lectura de hoy, nos cuenta parte de un discurso de Pedro frente a algunos judíos. Lo hace para mostrar que Dios no tiene preferencias por nadie en particular, sino que actúa medido por la misericordia, y que a través de su Hijo Jesús, el Padre Dios nos ama infinitamente. En la persona de Jesús - nos ratifica la lectura - está la salvación.
Mateo, nos narra el bautismo del Señor, su encuentro con Juan Bautista, y ocurre el momento preciso de ese bautismo del Señor, que viene a cumplir así la voluntad del Padre Dios. Así inicia su vida pública, y ella es confirmada con la presencia del Espíritu que desciende en forma de paloma, y el Padre confirma que es en Él en quien ha puesto su predilección (bendición) para realizar así la salvación del hombre. Como aprendizaje, el Evangelio nos marca fuertemente el inicio de la vida pública de Jesús, la declinación del trabajo de Juan Bautista, y la confirmación del origen divino de Jesús.

Aprendizaje de la Palabra:
- El bautismo del Señor nos abre la puerta de la salvación: Si Jesús se hace bautizar, es solo para dar cumplimiento a lo que el Padre Eterno tiene en mente: salvarnos. Su bautismo, nos abre ese camino hacia Él. Hoy, eso lo sabemos, pero creo que nos falta interiorizarlo, para hacer efecto en nuestra vida de discípulos.
- El bautismo nos prepara para una misión: Cuando el profeta Isaías nos habla de la misión del Mesías – o el siervo de Yahvé - está hablando de la misión de un consagrado… eso es lo que somos por el bautismo: consagrados. No podemos quedarnos solo con el sacramento, tiene que producir un fruto.

Vivamos nuestra consagración y misión bautismal vivamente. Amén.

sábado, enero 05, 2008

Manifestación del Señor

Epifanía del Señor
06.01.08


Lecturas
Is. 60, 1 – 6
Sal. 71
Ef. 3, 2 – 6
Mt. 2, 1 – 12

Estamos aún celebrando el tiempo de Navidad, que se extenderá hasta la próxima semana, con la Solemnidad del Bautismo del Señor, y hoy, lo que celebramos es la Epifanía del Señor. La palabra Epifanía significa manifestación, aparición, mostrarse y también iluminar. De eso es lo que nos hablan las lecturas hoy, del mostrarse de Dios a todas las naciones, expresado en el Evangelio en la manifestación a los Magos venidos de oriente para adorar al Niño Dios nacido en Belén, pero en realidad, el Señor siempre nos muestra Epifanías en nuestra vida. Vamos a las lecturas.
Isaías en el texto de hoy, claramente nos habla de la luz, y la gloria del Señor que ilumina a los pueblos; por ello, todos se acercarán a esa luz gloriosa, caminarán bajo la influencia de la Luz del Señor. Luego de haber vivido humillaciones, el profeta augura un futuro lleno de esplendor para Jerusalén, que será habitada por la gloria del Señor; eso será lo que atraerá a muchos hasta sus puertas, distintos pueblos, naciones, razas y colores, todos vendrán admirados por aquella gloria.
La carta de Pablo a los Efesios hoy nos muestra lo misericordioso del amor de Dios, que ha llamado a todos los pueblos a la salvación. Por alguna razón, Dios no se manifestó a todos antes, y ahora, en la persona de Jesús lo ha hecho claramente, llamándonos a ser miembros de un mismo Cuerpo. Es parte del misterio de la salvación, que ha comenzado con la aparición o manifestación de Cristo Jesús. Hoy, en la epifanía estas palabras de Pablo toman un matiz y claridad evidentes.
El Evangelio de Mateo que hemos leído, nos narra hoy el viaje de los magos de oriente, que, guiados por una estrella luminosa, llegan a Jerusalén buscando a un Niño, a quien vienen a adorar. Herodes, que los recibe se desconcierta, y les pide engañosamente que una vez que lo encuentren, vuelvan para indicarles el lugar exacto en donde ha nacido este Niño Mesías. Los magos, siguen el camino guiados por la estrella, y al encontrar a Jesús lo adoran rindiéndole homenaje con regalos. Luego, vuelven por otro camino, al ser advertidos en sueños de las verdaderas intenciones de Herodes. Acá es la luz de una estrella la que muestra a los magos donde está el Señor, y su llegada es interpretada por los padres de la Iglesia como la entrada a la Iglesia, que con docilidad se acercan al misterio del Dios hecho hombre (San León Magno).

Aprendizaje de la Palabra:
- Las manifestaciones de Dios: Lo que hoy la Iglesia entera celebra es esto: Dios se ha manifestado a todos los hombres. Hoy se manifiesta como un niño nacido en Belén, pero sabemos que el significado de ese nacimiento es mucho más profundo, y por ello, al celebrar hoy este acontecimiento, lo que sabemos es que Dios nos ha mirado con benevolencia y ha aparecido por nosotros, por nuestra salvación. Si miramos más allá, podemos descubrir que los modos como se manifiesta Dios sobrepasan la luz de estos días, y alcanzan a todo hombre y mujer de buena voluntad. ¿Cuántas manifestaciones de Dios hay hoy en mi vida? Seguro, hay muchas, de diversos modos y formas.
- Luz, esperanza de hoy: el tema de la luz aparece en las lecturas de modo evidente en las lecturas de hoy. Isaías nos recordaba que la luz del Señor brilla sobre el pueblo, Pablo nos decía que el misterio de Dios se ha clarificado con Jesús que nos ha llamado; los magos en el Evangelio que son conducidos por una estrella luminosa… la metáfora que hay detrás, se entiende sola: solo quien se deja iluminar, puede llegar hasta la gloria del Señor que se manifiesta a todos para llegar a ser su cuerpo, solo quien se conduce guiado por la luz del Señor, puede dejar las tinieblas, como se muestra Herodes, solo la luz de Dios nos hará salir de ellas, y volver a nuestros quehaceres por otro camino, distinto de las tinieblas.

Pidamos al Señor que en estos días su luz, que ilumina y alegra la tierra, llegue a todos los rincones del orbe, que podamos dejarnos alcanzar por ella, y transforme nuestros corazones para siempre. Amén.