sábado, febrero 23, 2008

Tengo sed de ti, Señor

3º Domingo de Cuaresma
24.02.08


Lecturas
Ex. 17, 1 – 7
Sal. 94
Rom. 5, 1 – 2. 5 – 8
Jn. 4, 5 – 15. 19 – 26. 39. 40 – 42


Los domingos de Cuaresma, y el tiempo cuaresmal en general, siempre se ha presentado como un tiempo de desierto, en donde pasamos necesidades y también sed. En esas necesidades también podemos equivocar el rumbo, y no saber dónde está Dios. Pero allí aparece para saciar nuestra sed, nuestras necesidades.
El libro del Éxodo nos muestra hoy parte de la vida del pueblo de Israel en el desierto, junto a Moisés que les guía por allí. En esta circunstancia, el pueblo comienza a tener sed, y reprochan a Moisés el haberles hecho salir de Egipto para ¿qué?... Allí viene la intervención de Dios, que a través de Moisés le da el agua que necesitan. ¿El Señor está realmente entre nosotros, o no? Esa es la pregunta que queda dando vuelta al final de la lectura de hoy.
¿Dios defrauda en nuestra esperanza? No, esa es la conclusión a la que llega Pablo en la carta a los Romanos. Hoy nos dice que el “amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado”… Es la fe la que nos trae la paz al corazón, y de ese modo podemos componer y aspirar a vivir en la gloria de Dios.
Juan hoy nos habla en el Evangelio del encuentro que tiene Jesús con una mujer samaritana. Es un diálogo progresivo, en donde Jesús se hace el encontradizo con esta mujer. Nuevamente el agua acá es el tema para entrar en el diálogo. Sin saberlo, la mujer – que buscaba agua en un pozo - descubre que su sed va más allá de lo físico, y termina pidiéndole al Señor que le de de beber de esa agua viva, para no tener más sed. En esta mujer, podemos descubrir nosotros también la sed de Dios que tenemos, y que no siempre hemos sabido saciar en el pozo correcto. La clave para ello está en dialogar profundamente con el Señor; de eso debemos encargarnos.

Aprendizaje de la Palabra:
- Búsqueda de aguas en la vida: ¿Quién no ha sentido sed alguna vez? La sed, es símbolo de la carencia en nuestro cuerpo de un líquido que es vital para vivir. Si tenemos sed, buscamos donde saciarla. Espiritualmente, entendemos que Dios es el agua que necesitamos para saciarnos en el interior; no siempre lo sabemos y tenemos tan conciente, pero al igual que la Samaritana, podemos llegar y remontarnos hasta el Señor. Ciertamente eso es lo que debemos buscar hoy en el camino de discípulos. ¿Dónde busco hoy agua en mi vida?, ¿qué agua estoy bebiendo?
- Dios siempre presente: La segunda lectura, y también lo vivido por Israel en el desierto, demuestra que el Señor siempre alimenta la esperanza de todos, con su presencia. En esta cuaresma sigamos junto al Señor, camino a la Pascua Eterna.

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