sábado, febrero 09, 2008

Tentación y obediencia

1º Domingo de Cuaresma
10.02.08


Gn. 2, 7 – 9; 3, 1 – 7
Sal. 50
Rom. 5, 12 – 19
Mt. 4, 1 – 11

El inicio de la Cuaresma el miércoles recién pasado, nos ha introducido en este tiempo de preparación a la Pascua del Señor, y nos incentiva a mirar nuestra vida como una oportunidad de cambio. Las lecturas de este fin de semana nos ponen de lleno en la revisión de nuestro camino como discípulo.
En la lectura primera, leemos la página del Génesis en donde se nos habla sobre la entrada del pecado al mundo. Es un relato creado para explicar cómo el hombre se deja seducir por el demonio y desobedece al Señor, creyendo que así estará mejor. ¿Cómo llega el hombre a esto? Por el engaño del demonio, muy bien graficado en el texto, que miente, engaña y desorienta al hombre para que no escuche a Dios. Y así, la desobediencia se transforma en el primer pecado que aleja al hombre de la presencia de Dios, del que quiere primero prescindir y luego esconderse al tomar conciencia de su error.
Pero como el pecado no es la última realidad del hombre, Dios se encarga de solucionar con su Gracia lo que el pecado había destruido: la comunicación con Dios. ¿Cómo lo hace? A través de Jesús, su Hijo, por quien ha derramado todos los dones que necesitamos. De esto nos habla la carta de Pablo a los Romanos. El hijo, haciéndose obediente a la Voluntad del Padre, ha conseguido que la desobediencia del hombre tenga redención y salvación. Nuestro camino si lo unimos al del Hijo del Padre, tiene redención. Dios nos ofrece esa posibilidad, y nosotros debemos aprender la lección.
La tentación es uno de los temas con los que a diario debemos aprender a convivir, y tenemos que reconocer para superarlas. El demonio, y su camino del mal llega a tentar incluso a Jesús ofreciéndole comida, poder y adoración para vencerlo. Nosotros hoy sabemos que esta realidad también nos toca. ¿Qué es la tentación? Es sencillamente la capacidad de torcer nuestra voluntad que escoge mal las cosas, y hacernos errar en el camino de Dios. De la tentación al pecado hay un paso, y por ello es necesario que cada cual analice cuáles son sus tentaciones constantes, para que pida la gracia al Señor de poder vencerlas y alejar así las insidias del demonio que constantemente disfraza la mentira haciéndonos parecer que es algo bueno. Recordar la misericordia de Dios nos ayudará para escoger bien cuando debemos hacerlo; orar, como Jesús en esos 40 días es una herramienta urgente en el mundo de hoy para saber discernir entre lo bueno y lo malo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Padre:
Es tan cierto, con la tentaciòn debemos aprender a convivir, ella esta presente y el demonio se encarga de ello. Por eso, es tan necesario pedir la asistencia del Espiritu Santo, para que nos ayude a reconocerla y nos fortalezca para vencerla. Es muy necesario estar fuertemente unida al Señor y aun asi, conociendo mis debilidades, caigo en ella...y el arrepentimiento es es grande y la misericordia de Dios es mayor aun.

luispdzp dijo...

La oración, invocando el Espíritu Santo, el silencio para para discerinir como usted dice en lo bueno y en lo malo, el asistir y disfrutar la Eucarístia, el servir a los demás y cumplir con lo previsto en este tiempo de cuaresma, nos hará fuertes para rechazar las tentaciones que van en contra de Dios.

Telefono Azul dijo...

Bendito sea Dios y su presencia en nuestras vidas, nuestra esperanza y alegría!

Me encantó:
"Pero como el pecado no es la última realidad del hombre".
Gracias Padre Cristian.