sábado, agosto 11, 2007

Administrador fiel en el servicio

Lecturas
Sab. 18, 5-9
Sal. 32
Heb. 11, 1-2.8-19
Lc. 12, 32-48

Domingo 19 del año litúrgico, del tiempo ordinario, o común, en donde el Señor nos hace profundizar las enseñanzas recibidas la semana pasada. El domingo anterior leíamos y profundizábamos en la necesidad de enriquecernos a los ojos de Dios. Hoy, esa enseñanza aparece mezclada con la espera paciente, vigilante y confiada de la llegada del Señor. Esos dos mundos de los que hablábamos la semana pasada, los del hombre viejo y el nuevo, nos sirve para enmarcar las enseñanzas de este fin de semana.
En la primera lectura nos topamos con parte de la historia de Israel, en donde bajo la mirada del sabio, se narra las grandezas del Señor, que protege al pueblo de Israel, de los egipcios. Esta es la salvación que había esperado el pueblo, desde las promesas hechas a Abraham.
En la segunda lectura nos habla de estas promesas a Abraham, y sobre todo de la fe con que esperó. La fe aparece acá como la garantía de lo que ha esperado: por fe salió de su tierra, por fe vivió como extranjero, por fe Sara esperó al hijo de la promesa; por fe Abraham ofreció a Isaac. La fe es el cumplimiento de la promesa, que ellos no contemplaron con sus ojos, pero que guardaron en su corazón pacientemente. La fe es la riqueza que encontraron estos hombres y mujeres para construir su vida e historia junto a Dios.
En el Evangelio, continuamos leyendo a Lucas, que en continuidad de la lectura de la semana pasada, nos dice allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón. Por un lado se nos habla de la riqueza, del desprendimiento de las mismas, y por otro lado se nos habla de estar preparados, listos para la llegada del Señor, como los hombres que esperan despiertos la llegada de su señor. La atención a esta llegada le lleva al servidor estar preparado hasta en la madrugada. El premio será grande; lo nombrará administrador de todos sus bienes, lo mismo que el castigo si no ha hecho lo que debe. La pregunta de Pedro sobre si la parábola es para todos, habla de que la enseñanza va dirigida a que todos estén preparados. Termina con una máxima: Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más.
Veamos lo que podemos sacar en claro este fin de semana:
- Dios nos llama a sostener la fe: El ejemplo más claro este fin de semana es la descripción de la fe que hace la carta a los Hebreos con respecto a Abraham; su fe le lleva atener a Dios presente frente a cada uno de los acontecimientos que le toca vivir. Por fe entendemos la espera llena de esperanza de aquellas cosas que vivimos ya, aunque no plenamente; en la fe el hombre descansa, aprende a ser paciente, a no desesperar. Nosotros por fe sabemos que Dios nos salva, nos ofrece compartir su vida divina entregada ya en la vivencia de los sacramentos. Desde que Cristo vino por primera vez, esperamos su segunda venida gloriosa esta vez, para saciar nuestra hambre y sed de vida. Para este ejercicio de esperanza, los sacramentos son la mejor herramienta con la que trabajar y crecer.
- Estar atentos y preparados al momento de la llegada del Señor...: En la parábola, Jesús les narra la necesidad de estar atentos a la venida del Señor, porque el servidor no sabe en qué momento eso ocurrirá. Esta espera se hace a la luz de los acontecimientos; el servidor sabe que su Señor llega en cualquier momento, su venida es inminente, y por eso no baja la guardia. La confianza de su señor es garantía de que es digno de estar donde está, cuidando los bienes de su señor; por este motivo, la responsabilidad del hombre, que sabe como es su señor, le lleva a poner cuidado y atención a estar velando.
- Y ser servidores fieles en esa espera inminente: La fidelidad a la misión encomendada es otro rasgo característico de esa espera. ¿De qué modo el servidor espera? Sirviendo a los demás. Esta enseñanza está dada sobre todo a quienes tienen responsabilidades frente a los demás en la comunidad. ¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo! Quienes se han comprometido más estrechamente en la misión de extender el Reino entre los hombres, tienen más cuentas que rendir. Y no hablo solo de los consagrados y consagradas, sino de los catequistas, de los responsables de grupos, de todos los que han tomado conciencia de que acercarse al Señor exige actitudes de servicio claras. Al que mucho se le dio, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más. No podemos entonces perder el tiempo mientras este Señor llega.
- ¿Dónde está el corazón y el tesoro?: Pregunta inminente que todos debemos responder. Creo que hoy más que nunca, se hace necesario preguntarnos por las cosas que habitan en nuestro corazón respecto de los bienes temporales. Según el esquema del Evangelio, el acento se marca sobre el servir, sobre el preguntarnos si estoy dispuesto a servir a otros con los bienes propios… ¿El corazón está preparado para eso?, ¿Qué tesoros tiene mi corazón?

Ok, el Señor nos hace una bonita invitación este fin de semana, insisto, en concordancia con las enseñanzas de la semana pasada de dejar atrás actitudes del hombre viejo, y ser nuevas criaturas, aprendiendo a crecer pacientemente en actitudes de servicio, alimentando la fe con toda la comunidad en la vivencia de los sacramentos, esperando fielmente al Señor, poniéndose al servicio de los demás. Hay que estar atentos en el servicio, alumbrados con la lámpara de la fe, que nos conduce al Señor.
Pidamos entonces este fin de semana, poder interiorizar estas enseñanzas, aprender a vivir nuestra fe, llenos de esperanza, siendo administradores prudentes y fieles de los dones y servicios que el Señor nos ha confiado. Amén.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"Bienvenida Homilia". Gracias Padre Cristian. Dios lo bendiga. Maria Laura

ingrid_k48 dijo...

¡¡¡Ufff!!!, que tiron de orejas, pero vale, trataremos de responder a lo que el Señor nos encomendó. orando y con el mazo dando, para que nos de la fuerza y la sabiduría de saber guiar y ser buenos discípulos de Él. "Fieles a la espera inminente, sirviendo a los demás".Entregando los grandes tesoros que puedo yo tener en mi corazón a los demás. En el Señor confío y espero poder entregarme de esa manera, me falta pero estoy tratando. Gracias Padre, Bella Homilía.