sábado, febrero 24, 2007

Homilía

1º Domingo de Cuaresma
25.02.07

Lecturas
Dt. 26, 4 – 10
Rom. 10, 8 – 13
Lc. 4, 1 – 13

Ya hemos iniciado el tiempo de Cuaresma, tiempo que iniciamos con el Miércoles de Cenizas, tiempo en el que se nos ofrece la oportunidad de acompañar a Cristo que se muestra disponible a cumplir la voluntad del Padre frente al plan de salvación. En este tiempo, aprenderemos a acercarnos al Señor a través de la oración, de la limosna, del ayuno, que ofrecemos con alegría y sencillez.
En las lecturas, tenemos mucho material para avanzar por esta línea. Miremos un poco en ellas para recoger lecciones de ellas.
La primera lectura, tomada del libro del Deuteronomio, nos hace llegar hasta un “Credo israelita” en donde cada hombre de fe, hace un recorrido por la historia que ha vivido, y que le ha hecho llegar hasta el templo para agradecer a su Señor por los dones concedidos. Los judíos, tenían como un punto de apoyo importante el mirar su historia para postrarse frente al Señor, y rehacerla nuevamente. Hoy, al inicio de la Cuaresma, se nos quiere llevar con esta lectura a que cada uno pueda revisar su historia junto al Señor, para que, al igual que aquellos que llegaban al Templo a agradecer, podamos dar gracias, corregir nuestra vida frente al Señor.
La segunda lectura, tomada de la carta de Pablo a los Romanos, se nos habla sobre la confianza que debe poner el hombre de fe en el Señor, de entregarle el corazón, y de llevar a la Vida esa creencia. Ya con creer, dice la lectura, la salvación está a la puerta, y es en el corazón del hombre en donde comienza a forjarse ese camino; así, al proclamarla con la vida, no se queda defraudado jamás. La lectura parece llevarnos al tema de la perseverancia en esa creencia, que termina transformando la existencia.
El Evangelio de Lucas nos habla sobre las tentaciones de Jesús, que al comenzar su vida pública, debió vencer para redimirnos y mostrarnos el Reino de su Padre. Las tentaciones van de la mano de poner en juego lo que Cristo viene a realizar, y, asociadas al poder, hacen caminar (aparentemente) vacilante al Señor. El tiempo de Cuaresma, lo iniciamos con este texto para comprender el sentido profundo de nuestras tentaciones, que también nos pueden hacer vacilar al caminar. La Cuaresma nos hace ver en cada uno, reconocernos y junto al Señor se nos invita a vencer las tentaciones que tenemos.

Aprendizaje de la Palabra:

- En la Cuaresma, revisamos la Vida: Cada Cuaresma es el tiempo preciso para aprender y revisar la historia personal; en otros términos, hablamos de conversión y cambio de vida. Al leer, y revisar la primera lectura, tenemos acceso a lo que llamamos “memoria colectiva” de Israel, en donde ellos reconocen lo que Dios ha hecho por ellos. La Cuaresma nos invita hoy también a revisar nuestra historia, mi historia junto a Dios, y aprender a sacar conclusiones positivas que nos hagan mejores. Sin duda, encontrarás en ella cosas muy bellas y gratos recuerdos, otras serán más dolorosas y fuertes: Tu historia junto a Dios, esa es la primera propuesta.
- Descubre tu vida de fe: Los que tenemos la posibilidad de creer, no lo hemos hecho solo porque alguien nos inculcó la fe, sino que porque además, nos hemos encargado de alimentar esa fe en Dios. Todos nosotros conocemos gente que, teniendo fe, la han descuidado, y hasta la han perdido. Es importante dejarse formar por Dios en esta Cuaresma, descubrir la experiencia de la fe, y fortalecerla. La fe nos ayuda entender no solo al Señor, sino también nuestra historia y vivencia.
- Descubre tu vida de tentación: En nuestra realidad, el pecado y la tentación nunca dejan de estar presentes. Dios los permite para que de ellos saquemos algún provecho, algún beneficio. No lo hace para humillarnos, sino para hacernos crecer. Vencer la tentación con mis solas fuerzas, es una utopía, y más aún sin estar en comunicación con Dios. En este tiempo de reconciliación que Dios nos ofrece con la Cuaresma, es necesario descubrir nuestra realidad, reconocer nuestras tentaciones, y con la oración como arma principal, vencerla, no sucumbir ante ella. No desanimarse si caemos, porque desanimarse es darle el favor al demonio que aún ahí puede seguirnos tentando y hacernos creer que Dios no se preocupa por nosotros. Cristo vence a la tentación, y con ello nos abre la puerta a la misma posibilidad, siempre que queramos hacerlo.

Cuaresma, tiempo de encuentro con nosotros mismos, con nuestra historia y vida, tiempo de conocimiento y reconocimiento de mis realidades, sin duda un tiempo, de conversión. Animo. Amén.

lunes, febrero 19, 2007

Cuaresma

Estamos iniciando ya el tiempo de Cuaresma, y cada Cuaresma es la oportunidad para mejorar en nuestras vidas. Lo iniciamos con la imposición de las cenizas, como símbolo de hacer penitencia en el camino hacia la perfección.
Durante este tiempo se nos proponen 3 cosas muy concretas a trabajar y mejorar: la limosna, la oración y el ayuno. Cada una de ellas, acompañadas por otras obras que podemos ir realizando, nos enseñarán un sentido más claro y espiritual de este tiempo.
Habitualmente la Cuaresma la asociamos con un período un tanto triste, y cabizbajo. Yo creo que no necesariamente tiene que ser así; es más, los textos evangélicos cuando nos proponen estas acciones, lo hacen siempre marcando el tema de la entrega alegre, para no andar como los hipócritas pregonando lo que hacemos.
De a poco en este blog iremos subiendo material y reflexiones que nos ayudarán a vivir cristianamente la Cuaresma.

sábado, febrero 17, 2007

Homilía

7º Domingo del tiempo ordinario
18.02.07

Lecturas
1 Sam. 26, 2. 7 – 9. 12 – 13. 22 – 23
1Cor. 15, 45 – 49
Lc. 6, 27 – 38

Este es el último domingo del tiempo ordinario antes de empezar la Cuaresma, durante este miércoles con la imposición de las cenizas. Y parece que este domingo quiere llevarnos a hablar y aplicar misericordia en las relaciones hacia los demás. ¿Quién alcanza misericordia? El que la ofrece a quienes le rodean, especialmente a aquellos que siente más lejanos. Miremos las lecturas.
La primera lectura, tomada del primer libro de Samuel, nos narra parte de la relación que David (futuro rey de Israel) tenía con Saúl, el Ungido del Señor (Actual rey). La historia de ambos reyes está marcada por el ascenso de uno (David) y la declive del otro (Saúl) desde el trono. Los autores, por algún motivo se encargan de marcar muy bien esta situación, exaltando la bondad de David que se prepara para ascender como rey de Israel. Así, ambos se han enfrentado, pero David ha aparecido más sensato y sabio, tal como lo vemos hoy en el texto, en que tuvo la oportunidad de vengarse de su “enemigo” que lo ha perseguido, pero prefiere mostrarse misericordioso y compasivo: actitud clara de un rey, y sin duda prefigura del Ungido por excelencia, Jesucristo.
Refiriéndose al tema de la Resurrección, Pablo le escribe a la comunidad de Corinto y les habla sobre la vida de los resucitados, haciendo un paralelo entre lo terrenal y lo espiritual. Se toma de la figura de Adán (hombre terrenal) y Jesucristo, nuevo Adán (hombre espiritual) para decir que llevamos la imagen de ambos en nuestro ser. Esa explicación que Pablo hace de nuestro ser, es lo que descubrimos a diario cada uno de nosotros, cuando luchamos por ser mejores y dejar atrás ese hombre terrenal, para que aparezca y crezca el espiritual.
El Evangelio de Lucas nos ofrece este fin de semana parte del discurso que Jesús enseña a quienes estaban escuchando el discurso de la montaña, inmediatamente después de las Bienaventuranzas; por lo tanto, el texto quiere enseñarnos las coordenadas que el cristiano debe seguir para moverse en la construcción del Reino que Jesús viene a instaurar. El texto en específico nos habla sobre el amor a los enemigos, cosa no siempre fácil. Muchas veces los textos evangélicos radicalizan la enseñanza ofrecida para llevar al extremo lo que quieren recalcar, y éste texto no es la excepción a esa regla. El texto, además, nos ofrece una verdadera colección de frases de corte sapiencial inmensamente profundas y claras: “Amen a sus enemigos, hagan el bien a quienes los persiguen… traten a los demás como quieren que los traten a ustedes… hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio… sean misericordiosos como su Padre es misericordioso…” Para alcanzar la comprensión plena de estas palabras, necesitamos romper las barreras que naturalmente ponemos en nuestro mundo, como causa del pecado muchas veces; y por eso este discurso se centra en el tema del amor activo, no de palabra, sino sobre todo, de obra.

Aprendizaje de la Palabra:
- Vivir y practicar la misericordia: La misericordia es la expresión más profunda del amor que Dios nos tiene a cada uno de nosotros. La misericordia, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, es la “Virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los trabajos y miserias ajenos”… eso es lo que Dios hace cada vez que nos reconocemos pecadores, y pedimos perdón en el Sacramento de la Reconciliación; y esa es la medida que nos propone vivir hoy el Evangelio, es lo que David hizo con Saúl, de quien pudo tomar venganza en sus propias manos la noche en que llegó hasta el campamento, a la orilla de su cama. ¿Quién es el que ofrece misericordia? Solamente aquel que ha sido objeto de ella… quien se ha sentido perdonado, amado, querido, respetado, valorado, esa es la persona que puede ofrecer un trato misericordioso y justo.
- Vivir y practicar la justicia: La justicia es una de las virtudes más claras en Dios Padre, que actúa tal como nos dice el texto del Evangelio hoy: Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes… La justicia de Dios se refiere al hecho de que el Señor actúa en plena equidad con lo que su Palabra ha dicho, no hay dos interpretaciones de ella, y hoy podemos leer expresamente. ¿Quién es el justo? El que actúa sin mirar su propio interés, sino buscando hacer la voluntad del Señor. En la Biblia, el concepto de justicia, es mucho más rico en todo caso que nuestra concepción occidental: es más pro-activa.
- Norte, el Amor: Quienes aman tal cual como lo dice el Evangelio, son los que pueden lograr encontrar sentido en sus vidas. Pero, qué difícil se nos hace practicar así de radicalmente las cosas, especialmente en el trato con los otros; nosotros aprendemos a amar cuando vemos que alguien lo hace, por lo tanto, el ejemplo acá arrastrará.

Listo, pidamos al Señor poder aprender profundamente estas enseñanzas, y hacerlas vida siempre. Amén.

sábado, febrero 03, 2007

Homilía

Ya se que hace mucho que no escribía en este blog.... he vuelto. Bendiciones a todos.
5º Domingo del tiempo ordinario
04.02.07

Lecturas
Is. 6, 1 – 2 a. 3 – 8
Sal. 137
1 Cor. 15, 1 – 11
Lc. 5, 1 – 11


Cada fin de semana al enfrentarnos a la Palabra de Dios tenemos la posibilidad de acercar nuestra vida a lo que el Señor nos muestra a través de las lecturas; y sin duda al leer este fin de semana las lecturas, podemos tener un parámetro que nos hace aterrizar en la realidad en que estamos (el pecado), pero no podemos tampoco quedarnos con un sentir pesimista, sino recoger nuestra vida, y dejarnos limpiar y purificar por el Señor para descubrir lo que Dios quiere de nosotros (vocación).
La primera lectura tomada del profeta Isaías, nos habla sobre la vocación de este hombre que descubre en la realidad en la que vive el llamado de Dios. El texto, una visión al parecer en un ambiente de liturgia y santuario (el humo del incienso, los cantos), nos muestra cómo Dios le purifica de sus pecados (acción de tocar), que el profeta reconoce al enfrentarse a Dios y queda capacitado para recibir la misión para la cual el Señor le ha preparado: enviarle a los hermanos. El esquema nos deja ver la actitud de disposición y conversión del profeta de Dios.
San Pablo en la primera carta a los Corintios, nos narra también parte de esa vocación de apóstol que recibió, del testimonio que ha recibido y que invita a la comunidad a transmitir y vivir fielmente, sin cambiar nada. Se reconoce también pecador – la frase “soy fruto un aborto”- nos refleja como se siente con ese don inmerecido de ser escogido para predicar al Señor. La fe, es la clave en este punto, y es a lo que finalmente les invita, a creer.
El Evangelio de Lucas, que nos acompañará durante este año litúrgico, nos muestra una escena en la que el Señor está rodeado de gente escuchándole hablar sobre Dios, mientras algunos pescadores están a la orilla del lago trabajando, y escuchando también al Señor. Jesús le pide a Pedro la barca para hacer de mejor manera su predicación, y al finalizar, le ordena ir a pescar nuevamente. Pedro, conocedor del oficio, le replica que ya lo han hecho toda la noche, y nada, pero que en su nombre lo harán nuevamente… y ocurre lo impensado… las redes llenas. Pedro entonces reconoce el poderío de la Palabra de Jesús, se abandona a ellas y reconoce su pecado, atemorizado por lo vivido. El Señor calma su angustia, y llama a todos los que estaban en la barca a seguirle.

Aprendizaje de la Palabra:
- Huellas de llamado: Un parámetro importante este fin de semana en las lecturas que hemos escuchado es el tema de la vocación a la cual el Señor nos invita a cada uno. ¿A quien enviará? ¿Qué le responderemos? Y que se note que las preguntas, no apuntan al sentido clásico que entendemos solo para los consagrados o consagradas, sino al hecho de ser fieles en lo que hacemos a diario, en nuestro trabajo, como el de los pescadores que estaban con Pedro. Ser fiel a ese llamado, será la clave de la felicidad también en nuestra vida, porque al aceptar ese llamado, al descubrir lo que Dios quiere de nosotros, encontraremos la felicidad en esta vida.
- Reconocimiento del pecado, abandono en Dios y cambio: Es el otro parámetro que aparece en las tres lecturas de esta semana… el pecado, el dejarse limpiar por Dios y la nueva vida. Es el proceso cristiano al que todos estamos invitados a seguir. No siempre es fácil, pero la respuesta a esa invitación dependerá de lo que cada uno pueda abandonarse a ese caminar: Dios invita, el hombre responde.

Demos gracias al Señor por lo que hace por cada uno, por invitarnos a seguirle, por limpiar nuestra vida, por hablarnos en nuestro lenguaje. Amén.