viernes, septiembre 29, 2006

Dios en el lenguaje humano

La Palabra como punto de partida del diálogo con Dios.

En la historia de salvación, uno de los hechos más significativos de la Revelación de Dios al hombre, es el hecho de que se comunica en un “lenguaje humano”[1]. Esa es la forma como Dios se da a conocer a sus fieles. Así lo entendió el pueblo de Dios y el autor de la carta a los Hebreos[2].
Nosotros, nuevo pueblo de Dios, hemos recibido a través de la tradición de la Iglesia esta Revelación como el tesoro más preciado que poseemos, y el Magisterio de la Iglesia se ha encargado de darnos a entender y explicar esta Palabra que alcanza su punto culminante en la Revelación que Cristo nos hizo del Padre y su plan de salvación para toda la creación.
En este caminar en la interpretación de la Palabra, no pocas veces los hombres han errado, otros han alcanzado increíbles niveles de interpretación y sintonía, que les ha llevado encontrarse con la voluntad del Señor a través de la perseverante lectura continua de esta Palabra. En este último caso me refiero a los santos, quienes han hecho de la Palabra de Dios su libro de cabecera. No hay ningún santo en la vida de nuestra Iglesia que no se haya cuestionado sinceramente ante estas palabras de vida eterna.
A nosotros se nos abre la disyuntiva de cómo enfrentarnos a esta Palabra, y sobre todo, ¿cómo llevarla a la práctica?... Un punto de partida, es la cercanía a la Palabra del Señor. Ya lo dijimos, no podemos alcanzar la santidad, si no nos acercamos a esta Palabra. Y por supuesto que no bastará solo con conocerla, sino sobre todo, vivirla.
Creo que es importante, tomar actitudes que nos familiaricen con esta Palabra, actitudes de discípulo; y no basta solo con escuchar las lecturas de la Misa, hay que ir más allá: acercarnos a esa Palabra sin miedos, sin temores, haciendo un recorrido de nuestra vida, y poniendo nuestra voluntad a disposición del Señor. El Señor siempre capacita al discípulo que le escucha atentamente. Como Iglesia en América Latina, estamos preparándonos para vivir la V Conferencia Episcopal de Obispos, que nos han propuesto profundizar el tema del discipulado y la Misión.
Hoy, nosotros estamos en esa línea. En la Biblia encontramos algunas actitudes con respecto a personas que enfrentaron la Palabra del Señor, y las actitudes que tuvieron.

Los profetas, que son sin duda una de las bases del A. T., en donde Dios comunica su Palabra a través de ellos... Pero no pocas veces el Señor se encontraba con obstáculos en ellos a la hora de utilizarlos como instrumentos: Am. 7, 14-15; Jer. 1, 5-11; 20, 7-9, aunque siempre se supieron mensajeros, que llevan el mensaje de otro, no el propio.

Otra actitud clave en este acercamiento a su Palabra, es la acogida que debemos tener respecto a esta Palabra. Hay que acogerla desde el fondo del corazón, así lo aprendió Israel de Yahvé (Dt. 6, 3-6), así lo aprendimos nosotros en el N. T. de parte del Señor, al cual escuchaban atentamente sus contemporáneos en el sermón del monte (Mt. 5, 1 ss.), o cuando Jesús les enseñaba las Palabras con las cuales orar (Mt. 6, 9-13 y par.); esa compenetración llegaba a tal punto que Pedro le llega a decir: “¿Señor, a quién iremos, si solo tu tienes Palabra de vida eterna?”, luego de las Palabras “duras” del Señor pronunciadas en el discurso del Pan de Vida (Jn. 6, 67-68).
Así, cada uno de los discípulos de Jesús, que alcanzan a comprender la profundidad de sus Palabras, saben que en ellas está la vida eterna.
Bien, meditemos y oremos en torno a unos textos:
- Cercanía a la Palabra del Señor: Jn. 3, 1-21.
- Actitudes de discípulo: Salmo 139 (138).
- Acogida de la Palabra: Jn. 1, 9-14.

[1] Cf. D. V, n º 12.
[2] Cf. Heb. 1, 1 ss.

No hay comentarios.: