viernes, octubre 13, 2006

Homilía


En mi otro blog, les dije que desde este fin de semana, las homilías se cambiarían a este blog. Creo que encajan mejor en este lado. Talvez las lean pocas personas, porque creo que no muchos visitan este blog. En todo caso, en el otro blog, casi no las comentaban. Veamos como resulta acá.



28º domingo del tiempo ordinario
15.10.06

Lecturas
Sab. 7, 7 – 11
Sal. 89
Heb. 4, 12 – 13
Mc. 10, 17 – 30

¿Quién no desea ser sabio en la vida? Esa parece ser la solución a todas nuestras carencias y falencias, que no sabemos cubrir por nuestras limitaciones. Hablar de sabiduría, es sinónimo de hablar de felicidad. Ambas cosas van de la mano. ¿Quieres saber porqué? Porque la Sabiduría se nos concede de lo alto, cuando disponemos nuestra alma para recibirla de parte de Dios. De eso y más nos hablan las lecturas de este fin de semana.
La primera lectura está tomada del libro de la Sabiduría. Este libro, es atribuido en autoría a Salomón (el rey sabio por excelencia), o su círculo cercano; por ello, nos hablará entre otros temas del gobierno, de la justicia y otros temas “políticos”. El texto que hoy escuchamos es una especie de confesión del rey, quien nos cuenta cómo adquirió la Sabiduría. Así, se nos muestra cómo la oración es el punto de partida, para terminar valorando las cosas en su justa medida. Ahora, ¿que entendemos por sabio? En el antiguo oriente, todas las culturas tienen textos que pretenden aclararnos este sentido, y se preguntaban qué es lo que hace que el hombre pueda conducirse con prudencia y habilidad en la vida… quien encontraba esa respuesta, era un sabio. Si nos atenemos a lo bíblico, sabio en la Biblia es aquel que ha encontrado a Dios. La sabiduría es en la Biblia un don del Espíritu Santo. No solo nos indica sobre alguien que posee conocimientos, sino también nos entrega un don particular para discernir. En el texto que leíamos recién, sabio es quien es capaz de dejar atrás todo, con tal de tener la claridad de Dios para conducirse en la vida.
La segunda lectura, quiere mostrarnos el poder de la Palabra de Dios, que siempre tiene poder. Cuando hablamos de Palabra de Dios, nos referimos al hecho de que Dios se ha comunicado con nosotros; por lo mismo, como es eficaz, penetra nuestra alma, nada escapa de su vista, nos exige respuesta. Una premisa de la Biblia es que cuando Dios habla, el hombre responde. Eso debemos hacer hoy nosotros, cuando muchos creen que Dios calla frente a tantas cosas que ocurren a nuestro alrededor. No nos engañemos, Dios no es mudo, algo ha dicho, y ahora espera nuestra respuesta.
El Evangelio de Marcos, nos habla sobre el encuentro de Jesús con un joven que se acerca para pedirle consejos sobre qué debe hacer para entrar en la Vida Eterna. El texto, nos deja ver que se trata de un hombre que lo hace con toda buena intención, que es recto, que ha vivido los mandatos, pero que no tenía la iluminación del Espíritu para aceptar la respuesta de Jesús que le descoloca completamente de sus planes. Termina alejándose triste, “porque posee muchos bienes” que le atan para ser verdaderamente libre y seguir al Señor. Jesús le habla de la perfección, y hasta ahí llega la conversación. ¿Te has preguntado alguna vez si no has hecho tu lo mismo con Dios cuando te habla en algún acontecimiento?, ¿cuáles son tus riquezas hoy que te atan?

Aprendizaje de la Palabra:
- Ser sabios a los ojos de Dios: Hoy, muchos pueden decir que son sabios, que poseen conocimientos, ciencias, que son eruditos en muchas materias. Que bueno por ellos. La Palabra de Dios, hoy nos habla de sabiduría, pero no de ésta, sino de la que se hace oculta a los soberbios e insensatos que no han puesto su confianza en Dios. La sabiduría, reside más allá de las riquezas, como nos dice la primera lectura o lo recalca el Evangelio en este joven rico. La verdadera sabiduría viene de Dios, y consiste en mantener una amistad sana con Dios. Ese hombre, esa mujer, es sabio y bienaventurado.
- La palabra de Dios es nuestro norte: El joven rico, si bien es cierto, conocía las Escrituras, no las llevaba profundamente ancladas en el corazón. Es allí donde debe nacer nuestro discipulado verdadero del Señor. La palabra allí puede encontrar sentido, puede encontrar un buen lugar de producción. Ella “discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. No nos contentemos solo con conocerla.
- La verdadera riqueza consiste en no “acumular”, sino en “desprenderse”: Qué extraño suena esto, pero en la lógica del Evangelio, así es: Los que acumulan, se quedan vacíos y se van tristes, como el joven; en cambio quienes se desprenden de todo, recibirán recompensa, el “ciento por uno” en esta vida, y la Vida Eterna, que era la interrogante del joven. ¿Aún no te convences?

Bien, ya está dicho: ahora nos queda poner en práctica estas Palabras de Vida, y ser verdaderamente sabios y ricos a los ojos de Dios. Bendiciones.

3 comentarios:

Semilla dijo...

Me encanta la forma sencilla con la que ha logrado enfocar estas lecturas, que no son para nada difíciles de digerir.
Conocer las escrituras es un arduo trabajo, para que hablar de intentar vivir según ellas... Somos rebeldes y uf! como cuesta hacer las cosas a la manera de Dios (y no a nuestra manera). En fin, por suerte, ahora no hay muchas cosas que me aten, pero no son pocos los que se vuelven esclavos de sus pertenencias.
Gracias por sus palabras...
CARIÑOS

Semilla dijo...

Primero: me corrijo a mi misma= son muy dificiles de digerir (las lecturas)...
Segundo: Quiero contarte que descubrí un blog de un Padre Español que escribe muuuy largo y no me he animado a leerle mucho... bueno, te lo dejo igual "lee y pondera" http://www.predicanet.blogspot.com/
Tercero: ¿Podrias visitar a mi amiga Carito en su blog?, que ha estado viviendo cosas re fuertes (pero no le digas que yo te lo pedi).
CARIÑOS

Cristian dijo...

SEMILLA: De nada, estoy para servir a Dios. Paz y bien para ti.