domingo, noviembre 19, 2006

Homilía

33º domingo del tiempo ordinario
19.11.06

Lecturas
Dan. 12, 1 – 3
Sal. 15
Heb. 10, 11 – 14.18
Mc. 13, 24 – 32

Ya hemos llegado al fin de semana penúltimo del tiempo ordinario, y las lecturas nos llevarán a pensar en los últimos días, en las cosas que ocurrirán cuando venga el Hijo del Hombre. Es también el minuto, litúrgicamente hablando, para hacer balance sobre el caminar como discípulo.
La primera lectura, tomada del libro de Daniel, es un texto que habla sobre el día final, en que se verá el destino de la humanidad; llama la atención además, que ya en este libro aparece la idea de la Resurrección, asociada a la tribulación y la prueba. La liberación de ese pueblo, es lo que se muestra bajo los conceptos de esperanza, vida, alegría, justicia, etc… Tiempos de angustia, camino de tribulación… ¿les suena? Seguramente si. A muchos hoy les toca transitar esa senda; y cuántos se revelan a ella también. La lectura de Daniel nos abre a la esperanza de una vida futura nueva y mejor luego de la prueba y la tribulación.
La segunda lectura, tomada de la carta a los Hebreos, nos ha estado hablando sobre el sacerdocio de Cristo y el de los sacerdotes del culto judío. La diferencia aparece marcada por el hecho de que la acción de ofrenda de Cristo tiene alcance salvífico, porque Dios Padre lo ha querido así. La salvación de Jesús es lo que debemos aprender a agradecer hoy, especialmente a la luz de las otras lecturas de esta semana, que le dan un tinte nuevo.
El Evangelio de Marcos, nos muestra un capítulo escatológico, o sea, nos habla sobre lo que los judíos esperaban que aconteciera el día final. Es una imagen llena de eventos cósmicos que acompañarán ese minuto en que el Hijo del Hombre aparecerá lleno de gloria y poder. La enseñanza del texto, no está en quedarse en los eventos cósmicos que describe, sino en mostrar la necesidad de aprender a conocer el tiempo de esa venida, a través de los signos de los tiempos. Efectivamente, podemos quedarnos en lo espectacular de la descripción, y no poner el acento en lo esencial, que es fijarse bien en el hecho de que el tiempo de Dios se va a cumplir, y el Señor vendrá para dar cumplimiento a todos nuestros anhelos más profundos. ¿Cuándo será eso? Cuando el Padre Dios lo tenga presupuestado. Insisto, nuestra preocupación no se centra en los acontecimientos cósmicos, ni en la hora, sino en el hecho de que debemos prepararnos y estar atentos.

Aprendizaje de la Palabra:

- Resurrección en medio de la angustia: De todos los elementos escatológicos y apocalípticos que se nos ofrecen en las lecturas, la esperanza la coloca la idea de Resucitar. Y resucitar luego de la tribulación. Es una esperanza que se verá coronada al final de los días. Cuanto necesitamos hoy esa mirada para alcanzar plena comprensión al dolor que podemos tener hoy respecto de algún aspecto de nuestra vida. Es un proceso de vida… luego de la angustia, sale el sol nuevamente, luego del dolor, resucitamos. Es el camino que Cristo nos ha mostrado, que hoy nos anticipa el libro de Daniel, el proceso que muchas veces nos toca vivir a cada uno.
- Tiempo final de la historia, tiempo de estar atentos: Otra de las enseñanzas que conocemos y sabemos es que tenemos que estar preparados para la venida del Señor, fecha que no conocemos, pero si tenemos pistas, como el hecho de observar los acontecimientos a nuestro alrededor, y el saber que la prueba es un signo claro de ella. La atención en este tiempo se centra en el ámbito de la espera atenta y responsable de la venida del Señor. Reconocer los signos de los tiempos, nos dirá la Iglesia, es un elemento importante.

Caminemos atentos, especialmente al fin del año litúrgico, pensando en nuestro futuro encuentro con el Señor de la Vida. Que María Santísima nos acompañe en este caminar. Amén.

2 comentarios:

Semilla dijo...

Estas son lecturas dificiles de comprender, pero me quedo con estas palabras: esperanza y resurrección...
CARIÑOS
Que María Santísima te acompañe en tu caminar

Semilla dijo...

¿Y que pasó? Puchas... yo creo que son hartas las personas que leen tus homilías, solo que no se animan a escribir... je je ¿Sonó muy chamullento? je je je
¡ANIMO, no desista!