sábado, octubre 28, 2006

Homilía: Paternidad de Dios y ceguera

30º domingo del tiempo ordinario
29.10.06

Lecturas
Jer. 31, 7 – 9
Sal. 125
Heb. 5, 1 – 6
Mc. 10, 46 – 52


Cuando andamos por la vida ciegos, por supuesto, necesitamos de alguien que nos ayude, no porque no nos demos cuenta que estamos ciegos; reconocemos esa carencia que siempre nos acompaña, sino más bien la ayuda que necesitamos es para desplazarnos, para que nos describan algo, para que conozcamos algo que no podemos conocer con el sentido visual. La Misa nos ayuda para describir algo que necesitamos conocer, que nos muestre una realidad de la que estamos apartados por diversos motivos y que no podemos conocer aún.
En este fin de semana las lecturas de la Misa quieren mostrarnos un rostro paternal de Dios, acercarnos al Misterio de Cristo Sacerdote que se ofrece por nosotros, y a un ciego que reconoce su ceguera, y pide la gracia de ver.
El texto del profeta Jeremías nos muestra un texto que describe el ambiente de quienes regresan del destierro de Babilonia, de cómo Dios ha salvado al “resto de Israel”. La invitación de la lectura es a alegrarse y a volver esperanzados a la tierra que Dios les ofrece, llenos de consuelo. El estar lejos de la tierra, les ha hecho valorar lo que son, y por lo mismo, añorar los días en su “casa”. Lo que impacta del texto es esta imagen paternal de Dios, que reconoce en este pueblo parte de su vida. Nos cuesta a veces encontrar esa imagen de parte de Dios en la vida, por eso, no deja de ser un lindo texto para pensar en nuestra relación filial con Dios.
El texto de la carta a los Hebreos, nos muestra un bello trozo respecto al sacerdocio de Jesucristo, que no es como el sacerdocio de la antigua alianza de Israel, que solo ofrecía sacrificios para aplacar a Dios. El Sacrificio de Cristo Sacerdote, es distinto, eterno, y no pasará jamás. Solo en Él tenemos Vida Eterna, y desde su Sacrificio, podemos unir el nuestro de cada día en la Eucaristía para darle sentido profundo.
En el Evangelio nos topamos con un texto muy sencillo, pero profundo. Se trata de un ciego, que se acerca a Jesús en medio de una multitud. Lo primero que podemos reconocer en este ciego, es que a pesar de su ceguera, reconoce a Jesús como el Mesías que el pueblo de Israel espera: lo llama “Hijo de David”. Jesús lo llama, y este ciego salta desde el lugar en donde está, y al llegar donde Jesús, éste le pregunta qué puede hacer por él… le responde “Maestro, que yo pueda ver”. No podía haber sido más clara y profunda su petición. Cuanta lectura podemos hacer de esta petición de Bartimeo… “Que pueda ver…” Las cegueras en nuestra historia seguro pueden ser muchas, pero reconocerlas e identificarlas, seguramente no.

Aprendizaje de la Palabra:
- Dios como Padre: No es un tema menor, especialmente para los que estructuramos nuestras vidas en torno a lazos que Dios nos regala así. Sentir a Dios como Padre, no siempre es fácil, descubrir esa historia con Él, requiere revisar nuestra propia historia personal con la persona que Dios nos ha entregado como padre. Talvez necesita ser iluminado por Dios para sanar, como Bartimeo en el Evangelio, y dejar de estar ciegos en este punto. Israel descubrió ese rostro paternal luego de mucho caminar y tener historia junto a Dios. La imagen de Dios Padre, es algo que nos hace bien reconocer, el tema de sentirnos Hijos nos da sentido de pertenencia y nos abre a otras perspectivas de saber que no caminamos solos en el mundo.
- La ceguera en el camino: La semana pasada, nos topábamos con un Evangelio en que Jesús hacía la misma pregunta a los hijos de Zebedeo… ¿Qué puedo hacer por uds.?... pero su petición estaba llena de ambición y lejos del Evangelio. Hoy, la misma pregunta de Jesús encuentra en Bartimeo, una respuesta clara y limpia, pura, transparente… Maestro, que yo pueda ver… y el texto nos dice que se puso a caminar junto a Jesús por el camino. Que lección de discipulado nos ofrece este texto. Casi no necesita comentario, sino solo que hagamos esta petición nuestra, a cada paso del camino… Señor, que vea.

Pidamos al Señor estas gracias este fin de semana y dejar de estar sentados a la vera del camino, para entrar a ser parte activa de nuestra historia de salvación; pidamos poder revisar nuestra historia, aclarar aquellos puntos que necesitan la luz del Señor y dejar de vivir ciegamente. Amén.

viernes, octubre 20, 2006

Homilía de este fin de semana

29º domingo del tiempo ordinario
22.10.06

Lecturas
Is. 53, 10 – 11
Sal. 32
Heb. 4, 14 – 16
Mc. 10, 35 – 45

Si en algo el rostro de Dios se nos hace patente, es en el tema del servicio y la entrega. Jesús vino a enseñarnos esa ruta para alcanzar la felicidad eterna. Contemplar a Dios que sufre por nosotros, abandonarnos a seguir su camino apostando a que podemos transformar el entorno que vivimos. Muchas cosas por hacer.
La primera lectura que nos ofrece hoy la liturgia, es del profeta Isaías, quien nos ofrece muchos textos que la Iglesia ha leído en clave cristiana. Uno de esos textos, son los llamados “cánticos del siervo sufriente”. Hoy, leemos parte del cuarto cántico. Acá se nos dice que este siervo a través del sufrimiento ha aprendido a ofrendar su vida, y que este ofrecimiento, no quedará sin recompensa. Este siervo justo, salvará a muchos, y cargará además con las faltas de muchos… ¿Cómo no ver en este texto a Cristo, que nos ha dado su vida para que nosotros tengamos vida? Imposible no hacerlo.
La segunda lectura nos invita a algo que parece evidente en nuestra fe, pero que en realidad nos cuesta mantener: estar unidos a Jesús, al verdadero Jesús, no al que armamos de acuerdo a nuestra medida y necesidades. El verdadero Cristo se ha compadecido de nuestras debilidades y ha sido sometido a las mismas pruebas que nosotros… menos el pecado; por lo tanto, cuando nos sintamos débiles, fijemos nuestra mirada hacia este Sumo Sacerdote que se ofrece por nosotros, y ofrezcámonos también en nuestro sufrimiento para darle un sentido redentor a nuestras vivencias. Vayamos a su trono, y encontraremos misericordia… realmente bella lectura.
El Evangelio de Marcos quiere llevarnos al tema del servicio y de las intenciones que arrastramos en el corazón. El diálogo de Jesús con sus discípulos, por desgracia, no es algo que solo les ocurre a ellos. Hoy, no son pocos los que luchan por su cuota de poder y saber qué es lo que me corresponde a mí… nada más lejos del Evangelio y de la voluntad de Dios. El Padre, en Cristo nos ha dado el ejemplo de lo que debemos aprender a hacer con respecto a la disposición y el servicio. No somos los dueños, sino solo servidores a los que Dios nos ha confiado una existencia terrena para alabarle con nuestras obras.

Aprendizaje de la Palabra:
- Cristo, el Siervo entregado a la voluntad del padre: Al leer a Isaías en este cántico, no podemos sino agradecer porque Dios Padre nos ha salvado por su Hijo Jesucristo a través de la entrega de su propia vida. Su vida y entrega al sufrimiento, ha sido por un sentido redentor; y quienes quieran acercarse a Él, será por ese medio.
- Servicio versus Autoridad: Ambos conceptos no los asociamos en el mundo que vivimos. En el Evangelio, caminan sin problemas de la mano, gracias al sentido que Cristo ofrece con su propia vida. El tener autoridad lleva siempre una cuota de responsabilidad, y con mayor razón cuando tenemos a cargo la vida de otros. Servirles, es nuestro deber, es parte de la vocación que Cristo nos revela. La misericordia de la que nos hablaba la carta a los Hebreos, perfectamente puede encajar acá con esta idea del servicio sincero a los más débiles.
Pidamos al Señor poder servir y comprender nuestro caminar en esa línea. Amén.

No teman, porque valen mas que muchos pájaros... (Lc. 12, 17)

A raiz de este texto bíblico, hoy pensaba y rezaba sobre los miedos que tenemos. ¿Quién no tiene miedos en la vida? Creo que todos los tenemos. ¿Qué hacemos con los miedos? Muchas veces no sabemos como enfrentarlos.
¿Qué es el miedo?
La palabra miedo viene del latín "medus", y el diccionario lo define como una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. Es tener una aprensión de que suceda algo que no queremos. El miedo es desde ese punto de vista, una falta de confianza en algo o alguien.
Con el miedo tenemos que tener cuidado, porque ya sea real o imaginario el peligro que nos causa ese temor, corremos un riesgo cierto... paralizarnos.
El miedo nos frena: cuando tenemos miedo, tendemos a paralizarnos, a no actuar, a detenernos. Personalmente, le tengo miedo a los perros, y si veo que un perro se me acerca, me quedo quieto, me paralizo y hasta nervioso me coloco. Con nuestros temores en la vida, necesitamos enfrentar esos miedos para no paralizarnos. Si nos quedamos parados, no avanzamos y podemos crecer como personas.
Enfrentar los miedos: Al enfrentarlos, habremos superado una barrera que no nos deja ser libres respecto al temor. Superar el miedo a las alturas significará aprender a no mirar para abajo, a no marearse, a aprender a caminar en las alturas. Si enfrento el miedo, habré ganado en confianza conmigo mismo y con mi entorno.
Confiar en Dios: A raíz del texto bíblico citado, necesitamos confiar en Dios. Para ello, tengo que revisar la imagen de Dios. Algunas personas le tienen miedo a Dios. Eso no puede ser. A Dios no podemos temerle, sino sentirlo como amigo. Dios no es un miedo a vencer, sino una persona a la que conocer y amar.
Qué hacer para enfrentar el miedo? Conocernos. Si, esa es la clave, conocerse a sí mismo, como Dios nos conoce. Cuando tengamos miedo, pensemos en que tenemos la posibilidad de crecer, de avanzar respecto a un tema determinado. Animo, a enfrentar el miedo y vencerlo junto a Dios.

viernes, octubre 13, 2006

Homilía


En mi otro blog, les dije que desde este fin de semana, las homilías se cambiarían a este blog. Creo que encajan mejor en este lado. Talvez las lean pocas personas, porque creo que no muchos visitan este blog. En todo caso, en el otro blog, casi no las comentaban. Veamos como resulta acá.



28º domingo del tiempo ordinario
15.10.06

Lecturas
Sab. 7, 7 – 11
Sal. 89
Heb. 4, 12 – 13
Mc. 10, 17 – 30

¿Quién no desea ser sabio en la vida? Esa parece ser la solución a todas nuestras carencias y falencias, que no sabemos cubrir por nuestras limitaciones. Hablar de sabiduría, es sinónimo de hablar de felicidad. Ambas cosas van de la mano. ¿Quieres saber porqué? Porque la Sabiduría se nos concede de lo alto, cuando disponemos nuestra alma para recibirla de parte de Dios. De eso y más nos hablan las lecturas de este fin de semana.
La primera lectura está tomada del libro de la Sabiduría. Este libro, es atribuido en autoría a Salomón (el rey sabio por excelencia), o su círculo cercano; por ello, nos hablará entre otros temas del gobierno, de la justicia y otros temas “políticos”. El texto que hoy escuchamos es una especie de confesión del rey, quien nos cuenta cómo adquirió la Sabiduría. Así, se nos muestra cómo la oración es el punto de partida, para terminar valorando las cosas en su justa medida. Ahora, ¿que entendemos por sabio? En el antiguo oriente, todas las culturas tienen textos que pretenden aclararnos este sentido, y se preguntaban qué es lo que hace que el hombre pueda conducirse con prudencia y habilidad en la vida… quien encontraba esa respuesta, era un sabio. Si nos atenemos a lo bíblico, sabio en la Biblia es aquel que ha encontrado a Dios. La sabiduría es en la Biblia un don del Espíritu Santo. No solo nos indica sobre alguien que posee conocimientos, sino también nos entrega un don particular para discernir. En el texto que leíamos recién, sabio es quien es capaz de dejar atrás todo, con tal de tener la claridad de Dios para conducirse en la vida.
La segunda lectura, quiere mostrarnos el poder de la Palabra de Dios, que siempre tiene poder. Cuando hablamos de Palabra de Dios, nos referimos al hecho de que Dios se ha comunicado con nosotros; por lo mismo, como es eficaz, penetra nuestra alma, nada escapa de su vista, nos exige respuesta. Una premisa de la Biblia es que cuando Dios habla, el hombre responde. Eso debemos hacer hoy nosotros, cuando muchos creen que Dios calla frente a tantas cosas que ocurren a nuestro alrededor. No nos engañemos, Dios no es mudo, algo ha dicho, y ahora espera nuestra respuesta.
El Evangelio de Marcos, nos habla sobre el encuentro de Jesús con un joven que se acerca para pedirle consejos sobre qué debe hacer para entrar en la Vida Eterna. El texto, nos deja ver que se trata de un hombre que lo hace con toda buena intención, que es recto, que ha vivido los mandatos, pero que no tenía la iluminación del Espíritu para aceptar la respuesta de Jesús que le descoloca completamente de sus planes. Termina alejándose triste, “porque posee muchos bienes” que le atan para ser verdaderamente libre y seguir al Señor. Jesús le habla de la perfección, y hasta ahí llega la conversación. ¿Te has preguntado alguna vez si no has hecho tu lo mismo con Dios cuando te habla en algún acontecimiento?, ¿cuáles son tus riquezas hoy que te atan?

Aprendizaje de la Palabra:
- Ser sabios a los ojos de Dios: Hoy, muchos pueden decir que son sabios, que poseen conocimientos, ciencias, que son eruditos en muchas materias. Que bueno por ellos. La Palabra de Dios, hoy nos habla de sabiduría, pero no de ésta, sino de la que se hace oculta a los soberbios e insensatos que no han puesto su confianza en Dios. La sabiduría, reside más allá de las riquezas, como nos dice la primera lectura o lo recalca el Evangelio en este joven rico. La verdadera sabiduría viene de Dios, y consiste en mantener una amistad sana con Dios. Ese hombre, esa mujer, es sabio y bienaventurado.
- La palabra de Dios es nuestro norte: El joven rico, si bien es cierto, conocía las Escrituras, no las llevaba profundamente ancladas en el corazón. Es allí donde debe nacer nuestro discipulado verdadero del Señor. La palabra allí puede encontrar sentido, puede encontrar un buen lugar de producción. Ella “discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. No nos contentemos solo con conocerla.
- La verdadera riqueza consiste en no “acumular”, sino en “desprenderse”: Qué extraño suena esto, pero en la lógica del Evangelio, así es: Los que acumulan, se quedan vacíos y se van tristes, como el joven; en cambio quienes se desprenden de todo, recibirán recompensa, el “ciento por uno” en esta vida, y la Vida Eterna, que era la interrogante del joven. ¿Aún no te convences?

Bien, ya está dicho: ahora nos queda poner en práctica estas Palabras de Vida, y ser verdaderamente sabios y ricos a los ojos de Dios. Bendiciones.

martes, octubre 03, 2006

Angeles

Hace días quería subir un post sobre los ángeles. Lo quise hacer para la fiesta de los Arcángeles Rafael, Gabriel y Miguel el 29 de Septiembre; no pude. Quise hacerlo ayer, fiesta de los Santos Angeles Custodios... tampoco pude... espero no llegar tarde al Reino de los cielos. En fin, acá dejo una reflexión a cerca de los ángeles, nuestro compañeros de viaje a la Vida Eterna.
¿Quiénes son los ángeles?
Los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Son seres espirituales, al servicio de Dios. Como son seres puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad; son criaturas personales e inmortales; y por lo mismo, superan en perfección a cualquier criatura terrena. En eso, nos superan.
¿Qué tipo de ángeles hay?
Hay ángeles buenos (los que están al servicio de Dios), y ángeles caídos, como Satanás o Diablo. El Concilio de Letrán IV (el año 1250), definió que el Diablo, era un ángel bueno, pero que junto a otros, prefirieron desobedecer a Dios, haciéndose a sí mismos malos. Ellos han rechazado radicalmente a Dios y su Reino. Es importante que sepamos esto, porque a veces creemos que el Diablo tiene más poder, incluso que Dios, y eso es falso: es solo una creatura angelical más, que ha optado por ser malo. Ahora, como los ángeles tienen voluntad e inteligencia pura, la elección de los ángeles caídos, hace que su elección sea radical: Dios no los rechazó, ellos rechazaron a Dios. Por ello, el Diablo, siempre hará todo lo posible por apartar al hombre del cariño de Dios.
¿Qué mas?
El nombre de ángel le viene por su misión, no por su naturaleza. El ángel es mensajero. Así lo entiende la palabra hebrea mal'ak y el griego angelos: mensajero. Su presencia, está constantemente en la historia de la salvación, en la Biblia desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Su existencia es para nosotros, una verdad de fe revelada por Dios, y no se trata de inventos humanos.
En el A. T. aparecen siempre relacionado con el cuidado del pueblo de Israel. Un texto significativo al respecto, es el que leímos ayer en la liturgia de la Eucaristía:

Así habla el Señor: "Yo voy a enviar un ángel delante de ti,
para que te
proteja en el camino y te conduzca hasta el lugar que yo te he
preparado. Respétalo, y escucha su voz. No te reveles contra él,
porque no te perdonará las transgresiones, ya que mi nombre está en
él. Si
tu escuchas realmente su voz y haces todo lo que te diga, seré
enemigo de tus
enemigos y adversario de tus adversarios. entonces, mi
ángel irá delante
de ti"

Exodo 23, 20 - 23


Este texto, es una clara evidencia de lo que hemos dicho anteriormente. Los ángeles nos acompañan, son compañeros de viajes, al servicio de Dios, en beneficio de los hombres. Por ello, debemos encomendarnos a ellos siempre, durante toda la vida. Ellos van delante de nosotros mostrándonos el camino. Han intervenido en la Historia de la Salvación, por envío de Dios siempre, y lo siguen haciendo, aunque no les veamos.

En el N. T. aparecen al servicio de Jesús (Mt. 4, 11; Lc. 22, 43), anunciando mensajes de parte de Dios, como el anuncio de Gabriel a la Virgen María, o luchando contra el Demonio en el Apocalipsis (Miguel). Siempre son mensajeros de Dios.

Fin por hoy

Junto al tradicional "Angel de mi guarda, dulce compañía...", les dejo esta otra, para que la recen también

Angel de la paz, Angel de la Guarda, a quien soy encomendado, mi defensor, mi vigilante centinela; gracias te doy, que me libraste de muchos daños del cuerpo y del alma. Gracias te doy, que estando durmiendo, me velaste, y despierto, me encaminaste; al oído, con santas inspiraciones me avisaste.
Perdóname, amigo mío, mensajero del cielo, consejero, protector y fiel guarda mía; muro fuerte de mi alma, defensor y compañero celestial. En mis desobediencias, vilezas y descortesías, ayúdame y guárdame siempre de noche y de día. Amén.

Otro día posteo más de los Angeles, si les interesa. claro está. Bendiciones