viernes, octubre 05, 2007

Fidelidad en la adversidad

27º domingo del tiempo ordinario
Lecturas
Hab. 1, 2-3; 2, 2-4
Sal. 94
2 Tim. 1, 6-8. 13-14
Lc. 17, 3 b.10

¿Qué pasa con el ser humano cuando pierde las esperanzas?; ¿qué ocurre cuando se siente abatido y cansado?; ¿Dónde queda la fe, la fidelidad a las cosas esperadas?. De eso, y otros variados temas nos hablan hoy las lecturas: la fe, el perdón, el servicio, el diálogo con Dios, la esperanza, etc. Miremos un poco las lecturas para sacar algo en conclusión más adelante.
En la primera lectura, se nos habla en un lenguaje de queja con respecto a alguna profecía que el profeta y el pueblo esperaban de parte de Dios: “¿Hasta cuando Señor veré la iniquidad y la opresión?”; la queja amarga del profeta encuentra respuesta en el diálogo con Dios que le pide al pueblo tener sobre todo fidelidad y alma recta para no sucumbir en la espera. Esa es la gran enseñanza de este profeta y de su prédica en medio de la desolación. Para quien espera, la esperanza será recompensada: “El que no tiene el alma recta, sucumbirá, pero el justo vivirá por su fidelidad”.
La segunda lectura, Pablo sigue alentando a Timoteo, un joven Obispo de alguna de las comunidades fundadas por Pablo, a que reavive el don de Dios recibido por la imposición de manos; Dios ha derramado sobre él un Espíritu de fortaleza, amor y sobriedad, y no de temor: por esto mismo, no debe avergonzarse de dar testimonio del Señor Jesús ante los hombres. Pablo lo alienta en la esperanza en el Señor para transmitir firme el mensaje de salvación a todos: que somos salvados gratuitamente por Dios y no por nuestras obras; que estamos llamados a la santidad; que hay un designio divino de salvación manifestada por medio de Jesucristo. Pura tradición paulina y evangélica.
En el Evangelio de Lucas hoy nos topamos con una variedad de temas: Por un lado está la corrección fraterna (17, 3 b-4), el servicio fraterno (17, 7-10), quedando en medio el tema de la fe (17, 5-6). Parece ser que la intención es mostrar la vida del discípulo desde la autenticidad en actitudes muy concretas de amor fraterno y servicio, que son alentadas y sostenidas por la fe. Las tres cosas son esenciales en la vida de los discípulos del Señor.
Parece que las lecturas nos ponen en el horizonte del mirar esperanzados y fortalecidos nuestra historia desde la fe, a pesar de la adversidad: cuando estamos alimentados por la fe, nuestra historia se transforma y fortalece. Veamos algunas enseñanzas:
- La fe y la esperanza cuando la historia es adversa: Para nosotros, la fe y la esperanza son alimento en el camino; no todos la comprenden y aceptan, y prefieren otros caminos, en los que se sienten a menudo muy sobrepasados por las cosas cotidianas... aparecen así el desaliento y desánimo, y de paso, la desconfianza en el poder del Señor. Esta es una de las tentaciones más comunes de nuestra época: desconfiar frente al Señor cuando no entendemos con claridad lo que ocurre a nuestro alrededor; esa parece ser la situación que vivió Habacuc en Judá, que según su propia descripción, sufre saqueo, violencia, contiendas y discordias. Su fe se ve probada. Hoy, cuando nos enfrentamos a una sociedad con tanta violencia, desigualdad, incertidumbre, discordia... ¿Qué tienen en común la época de Habacuc y la nuestra? Que contamos con la misma herramienta para enfrentarlos. La fe y la Esperanza en Dios, nos pueden hacer mirar nuestra historia hoy, con fortaleza; desde ella, Dios hoy nos responde que vale la pena esperar, confiar, fortalecernos... Hoy, en nuestro mundo, lo más importante es saber que no estamos solos, aún contra las apariencias de la evidencia del mundo que Dios nos deja construir. Dios está tan presente con nosotros, como lo estuvo en la respuesta llena de esperanza y fe que le dio a Habacuc.
- Desde la fe podemos perdonar y servir mejor: El Evangelio ilumina nuestras conciencias con gran exactitud: el perdón y el servicio, solo tienen sentido desde la fe. ¿Cuántas veces debo perdonar? Siempre. ¿Cómo debe actuar el cristiano? Sirviendo. Esa es la misión del discípulo, y que ambas se entroncan y entienden desde la fe. Estas cosas tienen sentido cuando el discípulo ha descubierto la fe en su vida, y la importancia de iluminarla a ejemplo de las palabras del Señor. Lo que importa no es la cantidad de la fe (Señor: Auméntanos la fe), sino la calidad de la misma, reflejada en actitudes concretas. “Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”. Esa es la clave del Evangelio.

Entendamos entonces, el mensaje de la Palabra del Señor este fin de semana: Nuestra historia, nuestra vida está en las manos del Señor. El Señor nos da herramientas seguras y eficaces para construir firmemente nuestra vida junto a la suya: la fe y la esperanza, que dan sentido a nuestra historia. Amén.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Padre Cristian:
Esta Homilia me ayuda a reafirmar y clarificar mi mision, a lo mejor en el ocaso de mi vida, pero gracias a Dios, El es el dueño del tiempo.
Perdon y servicio, se entienden desde la fe, pero se viven desde el Amor, es lo que nos da el verdadero sentido a nuestra vida. El amor es como el aceite, que suaviza y facilita la accion.Hacer las cosas por amor a Dios, aliviana cualquier esfuerzo y trabajo, sobrepasa al cumplir por obligaciòn y nos lleva a servir al projimo de una manera distinta, a la manera de Cristo, El le puso el sello del amor y nos da ademas herramientas para construir la vida junto a El, fe y esperanza que nos fortalecen para nuestro caminar en el convulsiondo mundo de hoy.
Lo tengo muy claro, sin mi Señor, nada soy, me apoyo mucho en El, es mi compañero, mi confidente, mi amigo fiel, mi consejero, mi paño de lagrimas, es TODO.
Gracias Padre. Dios lo bendiga.