sábado, septiembre 29, 2007

Solemnidad externa de Nuestra Señora del Carmen, Madre y Reina de Chile

Nota: En Chile el último fin de semana de Septiembre, se dedica al día de la oración por Chile, y se consagra a la Virgen del Carmen... si eres del extranjero, la homilía no coincidirá con lo que escuches en las Misas en tu país...
Lecturas
Jdt. 13, 18 – 20 a; 15, 8 – 10
Cánt. De Judit
1 Tim. 2, 1 – 8
Jn. 19, 25 – 27

El último domingo del mes de Septiembre, Mes de la Patria, la Iglesia en Chile lo dedica en particular a orar por este país, por nuestros gobernantes, por cada uno de los ciudadanos que habitamos esta patria. Y todo esto, bajo el amparo de Nuestra Señora del Carmen, Reina y Madre de Chile. La idea, es incrementar la fraternidad entre todos los compatriotas, y así tratar de construir un país más justo y solidario, en donde el país sea el espacio para todos.
Las lecturas, nos hablan de dos temas claros: la presencia de una mujer (Judit), que socorre a su pueblo del poder opresor del enemigo, mujer en la que vemos la figura de María Santísima, parada al pie de la cruz, viendo morir a su Hijo Jesús, y recibiendo a otro (Juan) como su hijo a quien custodiar y ayudar; y el segundo tema nos hace un claro llamado a orar por los gobernantes y gobernados de nuestra patria, para el bienestar y la paz de todos.
Orar por Chile, eso es lo que se nos propone este fin de semana en las lecturas. Fijémonos en lo que hemos construido en este último tiempo como nación, en los avances, en las cosas que aún reclaman más preocupación de parte de todos, en cada una de las cosas que hemos hecho nosotros por el país. No es fácil reconocernos, habitualmente no hacemos el ejercicio de mirar quienes somos. La pregunta para este fin de semana se tiñe con esta Solemnidad de la Virgen del Carmen, como nuestra madre, pensando en que debemos ponernos bajo su amparo y protección, poniendo nosotros también los elementos necesarios para hacer de Chile un país más grande.
¿Qué es lo que queremos para Chile? Ese puede ser un punto de comienzo en esta reflexión al finalizar el mes de la patria; los sueños de país, que hoy existen, necesitan tomar cuerpo… nos acercamos aceleradamente al Bicentenario de la patria, 200 años de historia como nación, que necesitan despertar y hacerse realidad.
Los Obispos en Chile, en vistas a este Bicentenario, cuando sacaron un documento hace 3 años atrás, nos hablaban de rescatar el alma de Chile, de ser constructores de la sociedad, de rescatar los valores que orienten a todos: el valor de la verdad, el derecho a la libertad, el respeto a la conciencia, la familia…
Que interesante mirar a Chile con ojos esperanzadores, a pesar de los signos de desesperanza que pesan sobre cada uno. Creo que esto último, es producto del pecado que se manifiesta en el actuar personal, y se refleja en el camino de todos: es lo que la Iglesia llama el pecado social…
El padre Alberto Hurtado, cuando se preguntaba si Chile era un país católico, apuntaba a la idea de que cada católico debe ser un incansable pregonero del bien, de anunciar y encarnar el evangelio de Cristo, de llevarlo a los que lo necesitan, de mirar con sus ojos.
Cuando vemos que en Chile avanzamos en tantas cosas, tecnológicas, económicas, reformas de salud, educación y recursos, como Chile solidario, un techo para Chile y otras instituciones de beneficencia y ONGs, no podemos dejar de cuestionarnos esa pregunta del padre Hurtado, que asalta nuestra conciencia con una respuesta que no se nota: desigualdad social preocupante, apremio en nuestros puestos de trabajo pensando en que me pueden echar de él, sueldos indignos de los jubilados y pensionados, despersonalización de las relaciones humanas, desintegración de nuestras familias, grados insospechados de violencia e inseguridad.
¿Qué es lo que queremos para Chile?... ¿indiferencia por el sufrimiento ajeno, desigualdad social, familias desechas por intereses personales?... ¿Es eso lo que queremos para Chile? La respuesta a esta última pregunta va a depender de las prioridades de nuestra vida. Para algunos, hacer grande a Chile significa tener un mayor poder económico, vivir diluidos en un mundo globalizado, en el que paradójicamente no me entero, o no me quiero enterar de lo que le ocurre a mi vecino, llevar la mayor cantidad de dinero a mi hogar, para que a los niños “no les falte nada”; para otros hacer grande a Chile va a significar abrir los ojos, trabajar para ayudar a otros, poniendo sus talentos y tiempo a disposición de los demás, aprendiendo a escuchar y compartir. Este último Chile, que se conlleva mejor con el evangelio, es al que queremos apuntar.
Si Judit, en la primera lectura, no hubiese sido capaz de confiar en el poder de Dios para vencer a su enemigo, jamás hubiese podido ayudar a su pueblo. Esa confianza necesitamos para hacer grandes cosas. El magistrado Ozías así lo declara: “Nunca olvidarán los hombres la confianza que has demostrado y siempre recordarán el poder de Dios...” Creo que en Chile nos faltan hombres y mujeres valientes, capaces de caminar tranquilos y confiados en el poder de Dios, poniendo sus talentos y fuerzas al servicio del bien común. El cristiano, el católico, es un ser con vocación de servicio. No busquemos a esas personas al lado nuestro, porque nosotros somos los primeros responsables de esta tarea.
La oración por los gobernantes y habitantes de un país, es algo agradable a Dios, nos dice Pablo, porque ello ayuda a que se construya la paz y el bienestar para todos, aprendiendo a llevar una vida piadosa y digna de acuerdo al querer de Dios. Nosotros, la primera tarea que debemos hacer, es orar por ellos, para que actúen con “recta intención, sin arrebatos ni discusiones” nos decía la lectura. El trabajo de los gobernantes es preocuparse por el bienestar de todos, el deber de los que son gobernados, es conocer a quienes les hemos dado nuestra confianza a través del voto, y orar por ellos.
Al finalizar esta reflexión, no nos olvidemos de la presencia de la Virgen, bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen, a quienes los Padres de nuestra patria, la pusieron como patrona y protectora. Pidamos a ella que interceda ante Dios para que Dios nos ilumine el corazón y las acciones, para que mueva nuestras conciencias y nos haga reaccionar, aprendiendo a hacer de Chile el país que Dios quiere. a ella como Madre de Chile, Generala de las Fuerzas Armadas, todos los hombres y mujeres de este país, nos encomendamos. Amén.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Padre Cristian:
Este mes de Septiembre, mes de nuestro querido Chile, va tan unido a Nuestra Madre, porque es tambien un mes Mariano por excelencia. Maria Patrona de Chile y tambien nuestra Patrona parroquial. Doble motivo para orar por esta Patria querida, donde todavia hay tantas deficiencias y diferencias sociales. Tantas injusticias y discriminaciones. Tanta violencia...
¿cual es mi compromiso como ciudadana cristiana? ¿que puedo hacer yo? Oracion y accion. Fe y testimonio.
No cambiare todo pero quiero ser parte de el cambio, con mi granito de arena.
Dios lo bendiga.