viernes, julio 27, 2007

Orar para interceder y salir de nosotros

17º Domingo del tiempo ordinario

Lecturas
Gn. 18, 20-21. 23-32
Sal. 137
Col. 2, 12-14
Lc. 11, 1-13

Este fin de semana las lecturas quieren llevarnos al diálogo con el otro, al encuentro con el Señor en la oración. La oración es uno de los modos más antiguos y clásicos dentro de la espiritualidad cristiana y de otras grandes religiones, y que básicamente está orientada al bienestar de quien la practica. Sin embargo, la oración cristiana tiene un claro sello: la apertura al otro; seguramente hemos oído hablar de otros tipos de oraciones, orientadas al bienestar propio, pero que se concentran en uno mismo, en replegarse sobre si, concentrándose en sí mismo, para alcanzar el bienestar y el equilibrio. La oración cristiana va por otra línea: la apertura y preocupación por los demás, creando de ese modo una cadena de comunión en torno a nuestras necesidades.
En este domingo el Señor nos invita a fortalecer la fe de un modo muy especial y efectivo a través de la oración. A veces, cuando estamos aproblemados y desorientados, se nos oscurece el panorama, y no sabemos para donde ir, la oración aparece como un recurso más que poderoso para descansar en el Señor. Nosotros, no podemos cargar solos con el peso de tantas cosas que nos abruman, y el Señor está consciente de esto, lo sabe, y es por eso que nos enseña a orar, en comunidad, tal como escuchamos que los discípulos le preguntaban a Jesús en el Evangelio. Cada vez que nosotros nos acercamos al Señor a través de la oración, el Señor está listo para oírnos, como le ocurrió a Abraham en la lectura del Génesis. Veamos cual es la enseñanza que nos regala el Señor este fin de semana.
El libro del Génesis nos narra una experiencia muy particular; Abraham aparece “regateando” a Dios un perdón para las ciudades de Sodoma y Gomorra, y lo consigue. Lo que más llama la atención del texto, es que Dios asume cada una de las peticiones de Abraham, con mucha misericordia: es impresionante saber que Dios tiene una misericordia que es ilimitada: la oración de intercesión que Abraham realiza es más que efectiva. Este texto nos muestra que la perseverancia en la oración, alcanza aquellas cosas que necesitamos.
San Pablo extiende esta idea de la misericordia de la que hablábamos en la primera lectura; nos dice que Dios nos ha dado en Cristo la oportunidad para ser libres. Hemos sido sepultados, resucitados, revividos con Cristo, perdonados nuestras faltas: esa es la forma como Dios nos ha amado misericordiosamente. Al estar incorporados en la vida de Cristo, debemos aprender a estar en comunión con Él a través de la oración.
Y el Evangelio, nos enseña la necesidad de orar, el poder del diálogo con Dios, que puede llevar al discípulo a conocer la voluntad del Padre a través de este diálogo. Según el Evangelio, la oración es la forma de alcanzar respuestas a las necesidades que se me presentan, pero así como deseamos alcanzar un bien, también debemos entregar algo: así es el diálogo. Para el discípulo lo central a pedir es el deseo de que el Reino venga pronto, el cual inaugurará un mundo nuevo y distinto; para esto, necesita el sustento del pan, el ofrecimiento del perdón y la fuerza para no caer en la tentación. El texto remata con la petición incansable del gran don: el Espíritu Santo, que ayudará en este caminar. El texto de Lucas, refleja el perfil de un discípulo que no descansa en su inquietud de construir un mundo invadido por Dios y su Espíritu.
¿Qué nos enseñan las lecturas de este fin de semana respecto a la oración?

- La oración siempre busca cubrir una necesidad del hombre; por esto hay distintos tipos: de intercesión, de comunión, de gracia y deseo: En las lecturas de esta semana, aprendemos a ver en la oración un camino cierto para cubrir las necesidades del discípulo. Abraham intercede por dos ciudades ante Dios; en el Evangelio, los discípulos le solicitan al Señor poder hacer una oración que les mantenga en comunión entre ellos y con Dios. Jesús les enseña de ese modo el Padre Nuestro, como la oración que cubre todos los deseos y gracias necesarias para construir el Reino de Dios. Nosotros, tenemos posibilidad de aprender de esta doble dimensión de la oración; por un lado al pedir por los demás (intercesión), vamos aprendiendo a estar pendientes de las necesidades de los demás, y por otro lado, vamos formando comunidad (comunión) con Dios y los demás hermanos.



- La oración es un don que hay que cultivar con perseverancia: Cada discípulo debe saber que al hacer oración se corre el riesgo de que nuestra oración pareciera no dar fruto inmediato: No hay que desesperar. La necesidad de ser perseverante en la oración, sin decaer en ella, es lo que pretende enseñarnos la segunda parte del Evangelio; allí, la historia del amigo que llega a media noche a solicitar el auxilio del vecino es el mejor ejemplo. La enseñanza de este trozo del Evangelio está en cómo debemos hacer esta oración de petición: Pedir, buscar y tocar: porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. De ese modo el discípulo hace de su oración una constante, que no se quedará sin respuesta.



- La oración se hace con humilde confianza: Nuestra oración cristiana no tendría sentido si no confiáramos que podemos alcanzar lo que pedimos. La osada confianza de Abraham lleva a arrancar de Dios la misericordia por las ciudades condenadas; la insistencia del amigo, que confía en que la amistad con su vecino será garante para cubrir su necesidad le lleva a ir a “molestarle” en plena noche; la oración aparece en estos textos como la llave para mirar con confianza lo que viene para adelante... “¡Cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!”. Así de confiada es la oración del discípulo.



- La oración nos alcanza el don más preciado, el Espíritu Santo: Dios Padre tiene tanta misericordia de sus hijos, que al recibir la oración perseverante de éstos, no deja de enviar al Espíritu Santo a quienes se los pidan. El don del Espíritu Santo nos sirve para orar más en conciencia la oración del Padre Nuestro; por un lado nos ayuda a pedir que el Reino de Dios venga a nosotros, y nos enseña a ser solidarios en las necesidades por las que oramos para todos ( pan diario, perdón de las ofensas, fuerza en la tentación), y por otro lado, nos enseña que cada uno de nosotros, debe estar abierto a que la oración lo lleve a una comunión plena con el Señor a través del don del Espíritu Santo, que le hará entender la voluntad de Dios, especialmente cuando las cosas no marchan como uno quisiera.

Con estas enseñanzas el Señor pretende que nosotros tengamos actitudes de apertura a los demás. Y es verdad. Cuando oramos, salimos de nosotros, para abrirnos a los demás. Cada uno de los discípulos del Señor, tenemos necesidades, y el Señor nos enseña que esa oración, si es hecha con perseverancia, alcanza cosas insospechadas a los ojos humanos. La oración de intercesión, nos une más plenamente al Señor Jesús y entre nosotros mismos, por lo que va creando una cadena poderosa para poder cubrir nuestras necesidades.
Pidamos entonces este fin de semana poder hacer una oración de corazón, no solo por mis necesidades, sino sobre todo por la de los demás; pidamos el don del Espíritu Santo siempre que hagamos oración, para que el diálogo con Dios sea fructífero, sincero, humilde, verdadero. Que el Señor nos enseñe a orar. Amén.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Padre Cristian:
Cierto. Es por medio de la oracion nuestro primer contacto con Dios, desde pequeñitos, aunque en esa edad de la inocencia, no dimensionamos con Quien nos estamos comunicando, lo vamos comprendiendo mas tarde y a veces a fuerza de tropiezos, nos damos cuenta de que tenemos que apoyarnos en alguien y descubrimos que ese alguien es quien nos ha acompañado siempre, nuestro Padre, que en Jesus se hace parte de nuestra historia. Hoy en dia, en un mundo tan impersonal, a veces indiferente hacia las personas, carente de afectividad, ¡que bien se siente uno cuando es escuchado !y nace ese dialogo tan necesario con el Señor. Al decir Padre Nuestro, comenzamos a ser parte de esta familia de Dios, pedimos e intercedemos por personas que a veces no conocemos pero que nos piden oracion y ya nos involucramos, aun a la distancia y nos sentimos parte de su vida, confian y nos enseñan a confiar en el poder de la oraciòn, tambien por personas que necesitan oracion y no saben como orar. He aprendido que la confianza es parte fundamental en mi oracion, este Dios Padre que quiere que mis preocupaciones sean suya y sobretodo confio, porque El sabe lo que es mejor para mi, aunque a veces me tome tiempo descubrirlo y que las cosas suceden por una razon determinada. Insistire en la perseverancia y pedire con fuerza el don del Espiritu Santo, su presencia en medio de mi oracion para, como Ud. dice, esta sea sincera, humilde y de los frutos que mi alma necesita, para algun dia ser esa discipula que el Señor espera de mi. Gracias, Padre, por su homilia. Que Dios lo bendiga. Cariños. Maria Laura.

Anónimo dijo...

Padre Cristian:
Le iba a preguntar en el comentario, y se me pasò, ¿de donde es esta capilla, tan especial que invita a la oracion? Maria Laura.

Cristian dijo...

MARIA LAURA: Mi fiel comentarista, claro que la comunicación nos mejora en la relación con otros, y en el corazón con Dios... la foto, la tomé con mi celular en una capilla en Argentina, en Tapiales, partido de la Matanza; es una capilla de la casa de formación de los hermanos de la Obra de don Guanella. Bendiciones.